Sábado, 23 de Noviembre 2024

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Laura Solórzano

Por: Maya Navarro de Lemus

Laura Solórzano

Laura Solórzano

“La poesía es para mí la manera de estar en contacto con la realidad interior que cobra vida leyendo o escribiendo poemas. En mi vida cotidiana es el espacio de la imaginación y la creatividad y también del desdoblamiento”.

Laura es originaria de esta ciudad, comenzó a escribir y a obtener reconocimiento desde muy joven. No recuerda cuándo ni por qué comenzó a escribir poesía pero se dio cuenta que su mamá quedaba “encantada” con sus poemas, la hizo sentirse estimulada para continuar. Tenía 14 años cuando la Universidad de Guadalajara le publicó el libro “Evolución”. “Fue una experiencia muy intensa” el pánico de sentirse expuesta la hizo que dejara de escribir mucho tiempo. Durante este tiempo que dejó en blanco el espacio de la  escritura, enriqueció el de la lectura con los libros de poesía, las pláticas y recomendaciones oportunas de su amigo y poeta Raúl Bañuelos.

Mientras regresaba a las letras estudió psicología y trabajó en un hospital psiquiátrico antes de irse a la Ciudad de México para ingresar a la Academia de San Carlos (UNAM) donde estudió pintura, luego cursó una maestría en Artes visuales (UNAM). Esto, unido al psicoanálisis maestría que estudiaría mucho más tarde, le ha dado respuestas y dudas aunque también una mayor comprensión respecto al sufrimiento humano junto a la esperanza de tratarlo a través del arte y de la psicología. Cuando volvió a escribir utilizó nuevos recursos: el sonido, la escritura creativa, la asociación libre, “todo con un impulso lúdico”. Se encontró con las dificultades más grandes que puede tener un creador “las racionales” y “el ego” con quienes nunca, dice la poeta, se tiene una batalla totalmente ganada.

Desde su juventud su talento ha cosechado diversos reconocimiento. ESPECIAL

Al mencionar “ego” y la claridad que Laura tiene al respecto, comprendemos porqué se aleja poco (o mucho) de las presentaciones públicas, de los aplausos, de los reflectores pero a pesar de eso, se va de la poesía y no sólo regresa sino que regresa bien,  cae parada. Con su poesía oscura, tal vez, continúa su búsqueda dentro del mundo interno (la conciencia sobre quién es y no es) una congruencia posible entre esos dos mundos. “Escribe con palabras que tienen sombra pero nos dan sombra”, es completamente posible en el lenguaje secreto de esta poeta quien ahora ha incursionado en el cuento, nos está preparando una sorpresa.

Laura tiene la quietud y esa generosa sombra de árbol cuando el Sol arrecia. Lo único que sorprende gratamente sobre su seriedad, es la sonoridad de su risa, el pelo casi siempre recogido y los lentes de lectura a media nariz.

“El elemento número uno de pensar es abrir” (L.S)

Publicaciones “Evolución” (Universidad de Guadalajara, 1976), “Semilla de ficus” (Ediciones Rimbaud, Tlaxcala, 1999), “Lobo de labio” (El Cálamo, Guadalajara, Jalisco, 2003), “Boca perdida” (Editorial bonobos, Toluca, 2005), “Un rosal para el Sr K” (Universidad de Guanajuato, 2006), la antología personal “El espejo en la jaula” (Secretaría de Cultura, Guadalajara, Jalisco, 2006), “Lip Wolf”, traducción al inglés de “Lobo de labio” (Action Books, Notre Dame, Indiana, Estados Unidos, 2007), “Nervio Náufrago” (La Zonámbula, 2011), la antología personal “Excursión al bosque de polvo” (Ruido Blanco, Ecuador, 2013) y “Oración Vegetal” (Mano Santa, 2015). Ha formado parte de las siguientes antologías: “Sin puertas visibles” (ediciones sin nombre, y Universidad de Pittsburgh, 2003), “Eco de voces” (Arlequín, FONCA/SIGMA, 2004), “Poesía viva de Jalisco” (editorial CONACULTA/Universidad de Guadalajara, 2004) y “Pulir huesos” (Editorial Galaxia de Gutemberg, Barcelona, 2008). Da talleres de poesía, clases de narrativa y escritura creativa. (Fotografía: Poesía Mexa)

"Orilla Blanca"

A mi madre

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La carretera se disuelve entre las pálidas arenas de Sayula. El remolino del polvo bajo el Sol del mediodía y él raya que se hunde puede venir a regalar su mano, porque esa roca que madura en el viento te tiene a ti, que te abres a la muerte en la aridez del páramo. Las colinas han visto quemar su enramada hasta desaparecer en un reflejo de calor martirizado por la inmovilidad. La carretera ha conducido mis párpados por la roca que descansa entre los montes y algunas aves han repartido mi recuerdo en el arenero de tu hogar. El hogar es esta superficie en constante ebullición donde yo puedo dejar esta cálida huella, y ser la única sombra.

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