Estados Unidos tiene intereses antes que amigos. Esta vieja consigna cobra más valor en la etapa de tensiones que ha inaugurado la administración norteamericana más antimexicana en muchas décadas. La agenda bilateral se concentra en los temas de migración, comercio y seguridad. En los tres ámbitos la presión es enorme para conseguir de nuestro país concesiones que permitan triunfos políticos internos. Ante esta realidad ineludible es imperante redefinir con claridad los intereses esenciales de nuestro país en la relación bilateral y definir las líneas rojas que no estamos dispuestos a cruzar.En materia migratoria es vergonzosa la forma en cómo la administración norteamericana trata con desdén los derechos de las personas que buscan asilo y pasa por encima de la dignidad de menores en los centros de detención, y preocupante resulta que los centros de atención en México se conviertan en penitenciarías. El manejo de la situación requiere muchos ajustes en las leyes, reglamentos y formas de operación de nuestro sistema migratorio.Nada sería más incongruente que hacer lo mismo de lo que nos quejamos y para ello hay que invertir recursos para atender a un número creciente de migrantes, hacerlo con acciones que respeten la dignidad de las personas es un hecho que nos daría autoridad moral para exigir reciprocidad.La construcción del muro, que parece avanzar con la resolución de la Corte Suprema y el hecho que Guatemala se convierta en tercer país seguro, agregarán presión y visibilidad al tema migratorio. El Instituto Nacional de Migración será un punto de atención del mundo para observar nuestra congruencia.El comercio representa un asunto clave para la prosperidad de México, por lo que las acciones de ataque al libre comercio o el riesgo en la negociación del tratado comercial en vías de aprobación representa un asunto prioritario al que también debe prestarse atención. Como en muchos otros temas debemos invertir en presencia y defensa de nuestros intereses en Estados Unidos, la ocasión para mostrar la importancia de México en la política estadounidense está precisamente cuando se toman decisiones. El trabajo conjunto de empresas y Gobierno es fundamental en los meses por venir.La desconfianza mostrada por los demócratas para la aprobación del tratado y su exigencia de aplicar mayores cambios en materia laboral y ambiental debe ponernos alerta. Sería muy complicado abrir una negociación o establecer acuerdos paralelos sin la seguridad de que no se descarrile el proceso. Por eso el trabajo con y sobre los legisladores estadounidenses es fundamental en estos meses.Adicionalmente habrá que sumar un asunto que puede resultar muy costoso: las acusaciones de incumplimiento de contratos con las empresas canadienses y americanas que construyen los ductos en México. Aunque pareciera un asunto controlable, puede llegar a convertirse en un detonador para exigir el cumplimiento de obligaciones derivadas de la Reforma Energética. Este tema podría surgir en el debate en el Congreso en Washington y provocar aun mayores presiones.Los temas de seguridad han sido, durante mucho tiempo, motivo de disputas soterradas, desde los niveles de cooperación de las agencias de seguridad, la desconfianza por la infiltración del narcotráfico en las policías y otras autoridades, como el tráfico de armas hacia México, la permeabilidad de la frontera y ahora las acciones confirmatorias sobre los bienes de los capos condenados en Estados Unidos, son temas recurrentes.Pero por encima de todo eso está la posición de México como un aliado estratégico para la seguridad nacional de Estados Unidos, cuando las amenazas de acciones terroristas pueden crecer. Una vez más, la cooperación en ese sentido puede convertirse en una palanca que permita abrir otros temas. No podemos perder de vista que cada vez con mayor frecuencia, muchos de los asuntos relacionados con delitos cometidos en México son juzgados en tribunales de Estados Unidos, lo que genera presiones adicionales a las autoridades mexicanas y se convierte en una práctica que fortalece la posición negociadora de nuestros vecinos en asuntos de seguridad.Con este panorama para los meses por venir, la Presidencia de la República debe atender una agenda de política exterior de la mayor importancia para nuestro futuro y la diplomacia mexicana debe desplegar una acción sin precedentes para dejar claro que en materia de migración el resto a la dignidad, en el comercio la libertad corresponsable y en materia de seguridad la cooperación con altura de miras deben definir nuestras líneas rojas. La tensión constante en medio de la incertidumbre y la imprevisión son atributos con los que hay que lidiar. México debe enfocarse más hacia sus intereses.