Fue algo histórico. Las mujeres, hartas de ser objeto de violencias de todo tipo, de maltratos y discriminaciones, tomaron las calles de la ciudad para hacer visibles las justas demandas que, en todos sentidos, nuestra sociedad tiene dolorosamente pendientes con ellas.La manifestación del 8 de marzo marcará un hito en el devenir de los espacios públicos de nuestra ciudad, de muchas ciudades. Porque tales ámbitos les pertenecen íntegramente a quienes forman el amplísimo, el esencial colectivo de ciudadanas, de mujeres, con plenos derechos y libertades. Ningún atropello, en los espacios comunes de la ciudad, ni en ninguno de los otros ámbitos, debe quedar impune. Por eso, la muestra de la demanda y la voluntad de las mujeres por poner el alto a feminicidios, acosos sexuales, maltratos y discriminaciones de toda índole ha adquirido ahora, afortunadamente, una nueva y vigente visibilización. Es necesario ahora, por parte de toda la sociedad, el exigir el cumplimiento de las demandas de las mujeres.Las calles son el primer y primordial espacio público en el que la presencia de las mujeres debe, inmediatamente, ser garantizada en términos de seguridad y respeto. Una muy injusta costumbre machista ha hecho, hasta la fecha, que las mujeres sufran allí vejaciones y diversos tipos de atropellos y faltas a su integridad. Está además todo el conjunto de espacios privados donde suelen ocurrir estos y otros intolerables comportamientos.Las demandas de las mujeres deben traducirse, y se traducen ya, en múltiples niveles. Pero su relación con el espacio urbano, a través de la marcha reciente, significa la reivindicación de los espacios públicos como territorios que deben, de inmediato, ser replanteados. Una nueva civilidad, un cuidado por el respeto de toda la ciudadanía viene a ser un elemento que ahora las mujeres reclaman con toda decisión.Y la recuperación de todos los ámbitos públicos por las mujeres significa, y significará, un hasta aquí a la inseguridad en los espacios de toda la comunidad. Una transformación del ámbito público que habrá de devenir lo antes posible, en espacios en los que la presencia de las mujeres sea totalmente respetada bajo el principio de un absoluto rechazo a cualquier tipo de comportamiento inaceptable.Las calles que la manifestación de las mujeres tomó son desde ahora testigos de su fuerza y su lucidez. Sean, por extensión, todas las calles citadinas, iguales contextos de igualdad y respeto.