El domingo 18 de febrero, cumpleaños de mi hermana Coco, convenimos, para celebrarlo, en hacer algo fuera de lo ordinario. Para ello, nos dirigimos hacia los templos de San Francisco y el bellísimo Aranzazú. Nos trasladamos en el metro, desde la estación Circunvalación Country hasta la Plaza de Armas. Caminamos unos pasos hacia el sur y desayunamos en el restaurante del Hotel Santiago de Compostela, viejo edificio que ocupó el Salón Cue y desde cuyo balcón central Francisco I. Madero, en 1910, arengó a nuestros abuelos para luchar contra la dictadura. Concluidos los alimentos, caminamos por la calle Miguel Blanco pasando frente a La Alemana, que por años fue un restaurante tradicional de los tapatíos. Tomamos la Av. 16 de Septiembre a lo largo de lo que fueron los patios del ferrocarril que, en el año 1888, llegó a Guadalajara inaugurando la modernidad. Pasamos enfrente del Condominio y del Hotel Hilton -primeros “rascacielos” que se construyeron en nuestra ciudad-, hasta desembocar a un lado del Parque Agua Azul y entrar de lleno a la Plaza Juárez; que, poco a poco, se fue llenando por personas provenientes de los cuatro puntos cardinales en un evento que resultó una fiesta cívica. Como muchas familias, acudimos a la marcha para defender nuestro derecho a vivir en libertad y en un sistema democrático. En pocas ocasiones (muy pocas) los “apatíos” nos hemos reunido voluntariamente en la cantidad que lo hicimos ese domingo. El propósito del evento no era -de ahí su éxito- manifestarnos en favor de candidatura alguna. El objetivo puntual fue demostrar que somos una sociedad viva y activa, preocupada por el futuro de México y de Jalisco, y que nuestro voto, independientemente de por quien se emita, cuenta.La democracia funciona a partir de una serie de premisas: buena fe, piso parejo, respeto a las creencias de cada uno, sufragio efectivo, manos del Gobierno fuera de los organismos electorales y aceptación del resultado. La preocupación que en esta ocasión nos unió fue el activismo político del Presidente y su explícita intención de trascender su mandato a través de su candidata: “Por encima de la ley está mi autoridad…”. Invadido por un pensamiento mesiánico, se asume heredero de Hidalgo y los insurgentes, Juárez y los liberales, Madero y los demócratas. ¿La 4T y López Obrador? Por ello, la ciudadanía, sin distinciones y en reconocimiento del sacrificio de nuestros verdaderos héroes, recorrimos las calles en las que alguna vez, en un pasado no muy lejano, el pueblo se manifestó para exigir el respeto a su libertad, al sufragio efectivo y a la no reelección.Ayer, esos derechos se conquistaron con las armas; hoy, la lucha se tiene que dar mediante la organización civil de los ciudadanos. La demostración del pueblo sin sectarismos, sin agresiones, ni descalificaciones -que eso fue la marcha del día 18-, tiene que ser ratificada el 2 de junio, cuando los ciudadanos elijamos a los mejores, a aquellos que puedan proteger nuestro presente y nuestro futuro. Por el bien de la patria, así sea.