Viernes, 22 de Noviembre 2024

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"Las glorias de la mesa"

Por: Carlos Enrigue

"Las glorias de la mesa"

Es muy, pero muy agradable cuando los que no tenemos el “pudor necesario del silencio” o sea los que tenemos la desvergüenza de escribir cuando nos encontramos con un lector, todo lo que se escribe no tiene a mi juicio razón de ser mientras alguien no lo lea, que lo haga suyo, esto no tiene sentido, o lo tiene simplemente como monólogo; pero cuando ese lector se toma la molestia de replicar, en el sentido que usted quiera, esto ya es un acto supremo que los que escribimos lo agradecemos porque entonces lo escrito tiene sentido, parafraseando al principito al que el rey adoptó como súbdito los que escribimos los acogemos al descubrir un lector.

Estas últimas semanas así ha sido y he conseguido incluso invitaciones a comer que agradezco en el alma y no ignoro que fue fácil ya que traté de recuerdos de comida (y me deben haber faltado miles sin contar muchos platos caseros, recetas de familia) y la comida es algo en lo que fácilmente se coincide y explota la amistad.

Sé que los seguidores de la Organización Mundial de la Salud y sus paleros nacionales lo trataran de educar diciendo que si come así morirán

Tengo el trauma de que soy el único gordo en el mundo que no sabe cocinar, eso es una desgracia porque yo considero que los que cocinan son una especie de oficiantes de un ritual antiguo y que en un arranque de bondad goza con el placer de quienes consumen su producto alrededor de su mesa que es un altar de agradables sacrificios; recuerdo aquella maravillosa película que se llamó “el festín de Babette” que ningún tragón en el mundo se debiera perder, consíganla, no se arrepentirán.

Sé que los seguidores de la Organización Mundial de la Salud y sus paleros nacionales lo trataran de educar diciendo que si come así morirán, los que no lo hagan también morirán y yo creo que es mejor morir de lleno que de vacío, alguien decía que más vale aceditos que hambreaditos. Y ya la Corte resolvió el derecho humano de atascarse a voluntad toda droga y digo yo ¿por qué comida no? Pero el gobierno, que todo daña, ha resuelto que se puede usted atracar de todo, menos de frituras.

Ahora que hay exagerados donde quiera, el tío Macario que murió de una congestión estomacal y que después de ser cremado está depositado en la fonda “la me estoy riendo” donde había muerto en un ataque alimenticio frontal, tanto que los propietarios pusieron a la entrada de su negocio una foto del tío con la sonrisa beatifica que quedó al morir.

Con razón sabemos que la gula es mala (y más en este flaco mundo) pero hay quienes, sin muchas bases, dicen que eso está al borde de reclasificarse como remedio contra la concupiscencia de la carne, si quiere calarse tómese un Nueva York de buen tamaño, rociado con buenos caldos para ver si después de hacerlo tiene algún deseo carnal, lo dudo, pero mejor pregunte.

@enrigue_zuloaga

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