Viernes, 22 de Noviembre 2024

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"Las estrellas caerán"

Por: Carlos Enrigue

"Las estrellas caerán"

Acaba de fallecer Stephen Hawking que al parecer era un súper dotado, o sea un gran astrofísico, what ever that means, y  yo, pues aunque no sé bien lo que esto sea, debo, como buen sujeto políticamente correcto que soy mostrarme convencido que esto ha sido una gran pérdida para la humanidad --y debe serlo para todos que entienden lo que su pensamiento produjo-. Uno de los temas que más fama le dieron fue el estudio del tiempo y del universo ( lo digo no porque yo lo haya leído o pueda entenderlo, sino por los comentarios que los que si lo estudiaron y le entienden. Criticado por muchos, tal y como debe ser en un mundo que se precie, fue sin duda un gran divulgador al que su transcurrir en el tiempo le dará la razón. Personalmente me llama la atención -por parecerme inconcebible, la teoría de los hoyos negros, que para mi ignorancia se convertía en una especie de aspiradora universal que devoraría la materia (recordemos que los miedos son eso, miedos y no necesitan tener fundamento solido, el miedo puede ser y muchas veces lo es producto de la ignorancia) pero mi solitario lector coincidirá conmigo en que cuando hay miedo ni vergüenza da.

No conozco las fuentes en las que abrevó este sabio o cómo llegó a esas conclusiones, sin embargo recordé un hecho sucedido en estas tierras que bien pudo haber llegado a sus oídos, al fin que el saber, es una materia universal.

En la primera parte del siglo pasado, habitó por los rumbos de Autlán, en el sur del estado, un sacerdote cuyas meditaciones no sé que tanto pudieron haber trascendido en el universo científico de su tiempo. No he podido rescatar su nombre, solo su apellido: el padre Pelayo y así se contaban de él muchas historias, tal vez producto de la maledicencia popular, pero lo quiero citar porque para mí, él fue quien me hizo caer en la concepción de los hoyos negros.

Nuestro héroe que hay que decirlo no era un sujeto de grandes luces y más bien tenía una concepción bastante rustica de la vida y de explicaciones lo más simples posibles.

El caso es que el clérigo tenía que incluir en su sermón una explicación de las señales precursoras de la parusía -que hay quedecirlo no es cosa fácil- sobre todo la parte en que San Mateo 24; 29 que dice: “ Luego, después de la tribulación de aquellos días, el sol se entenebrecerá, y la luna no dará su resplandor y las estrellas caerán del cielo” después de la lectura , se sentía una pesadez adicionada por la temperatura de la población, la feligresía impresionada esperaba el sermón que explicara el texto.

El padre Pelayo, compenetrado por las figuras narradas por el evangelista, subió al púlpito, tomo aire y engolando la voz leyó de nuevo el pasaje y repitió enfatizando “ y las estrellas caerán del cielo” Dejen de la caída de las estrellas, los bujerones que quedarán en el cielo. Para mí es un precursor del sabio.

DR

Tapatío

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