Del otro lado del mundo, en los confines de Europa y los comienzos de Asia, se ha cimbrado un terremoto político. Turquía, un país que ocupa una posición geopolítica trascendental y que tiene semejanzas importantes con México, ha votado por la permanencia en el poder del cuasi-dictador Recep Tayyip Erdogan. Las similitudes entre lo que sucede en el lugar del extinto Imperio Otomano y lo que se vive en las tierras de los mexicanos son inquietantes, y las advertencias diversas.Además de ser economías emergentes y poseer una cultura de la amabilidad, México y Turquía son países a los que el académico estadounidense Samuel P. Huntington denominó “desgarrados”. Lo hizo así porque ambas naciones se encuentran en las intersecciones de civilizaciones, causándoles problemas de identidad civilizacional. México ocupa una posición geográfica que lo convierte en el puente entre América Latina y el mundo anglosajón, asumiéndose culturalmente como latinoamericano, pero con mayores intereses con Estados Unidos y Canadá. A Turquía le sucede lo mismo al ubicarse en la intersección de Europa y Asia, siendo un país musulmán al que le ha sido imposible unirse al club cristiano de la Unión Europea.Las similitudes personales entre el presidente turco y el jefe de Estado mexicano son considerables. Ambos tienen orígenes humildes y provienen de algunas de las regiones más atrasadas de sus países. Ambos son religiosos y nacionalistas, albergando ideas conservadoras sobre el papel de la mujer y las minorías sexuales en sus sociedades. Ambos poseen largas trayectorias políticas y, más aún, han sido sumamente exitosos, fundando partidos políticos que rompieron el monopolio de los partidos tradicionales, llegando a la cumbre del poder con amplios respaldos populares. Y, sobre todas las cosas, ambos son populistas, atacando personalmente a sus oponentes políticos, despidiendo a los cuadros burocráticos más preparados de sus Estados y debilitando a las instituciones políticas de sus países. Las lecciones de la reciente elección presidencial en Turquía albergan algunas importantes advertencias para México. Primero, Erdogan mantuvo su popularidad y se reeligió a pesar del terremoto que les costó la vida a 50 mil personas, los señalamientos de corrupción contra su administración y una crisis económica significativa, lo que nos dice que será difícil que la popularidad de AMLO disminuya, sin importar lo que haga. Segundo, a pesar de que hubo una coalición histórica en la oposición turca, Erdogan prevaleció, indicando que inclusive una amplia alianza electoral en México podría perder ante Morena. Tercero, el presidente turco usó billones de dólares y a los medios informativos para ganarse al electorado, pudiendo esperarse que el presidente López Obrador redoble la apuesta clientelar y el asedio a los medios de comunicación.“La identificación política es muy “pegajosa”, y no se deshace fácilmente debido a nueva información o nuevas experiencias” dice Howard Eissenstat, profesor de historia en la Universidad de St. Lawrence. En Turquía, la oposición finalmente no fue capaz de “despegar” las falsedades de Erdogan. ¿Podrá la oposición en México? Lo dudo mucho.@FernandoNGE fnge1@hotmail.com