Más de dos mil 500 mujeres firmaron una carta dirigida al presidente Andrés Manuel López Obrador. No recuerdo una carta abierta con tantas firmas y tan diversas: desde la fundadora del sindicato de trabajadores del hogar, Marcelina Bautista, hasta la directora de orquesta Alondra de la Parra. En medio una diversidad de escritoras, comunicadoras, actrices, académicas, activistas y empresarias que piden al presidente ser escuchadas, reconocidas y reconocida la violencia que sufren todos los días, pidiendo un “alto a su desdén”. La respuesta, una vez más fue el desdén: son fifís, pues no se pronuncian sobre la violencia de las marchas que son todas contra mí, dijo.Día a día hemos visto al presidente de la república transfigurarse de primer mandatario del país en la primera víctima de la nación. Los complots se multiplican, el enemigo asecha, los problemas los causan otros, mientras frente a Palacio Nacional, literalmente en sus narices, nace la voz colectiva más potente de los últimos años, tan potente que el presidente la ve como una amenaza.¿Es realmente una amenaza el movimiento de las mujeres para la denominada Cuarta Transformación? En más de un sentido, sí. Mucho se ha especulado sobre el impacto electoral que tendrá para Morena y para el propio presidente el desdén al movimiento de mujeres y la demanda de no nombrar a Salgado Macedonio candidato en Guerrero. Las encuestas no reflejan, al menos todavía, un costo mayor para el presidente, aunque sin duda conforme pasen los días y las semanas lo tendrá. En el tackingpoll de Consulta Mitoksky y El Economista la popularidad presidencial está en el punto más bajo del año, pero todavía casi diez arriba de su piso en junio pasado. Traducir las pifias del presidente en un voto en contra depende mucho más de lo que haga la oposición y francamente no se ve quién lo pueda capitalizar; está tan yerma la tierra en el PRI, PAN y PRD que nada crece en ese campo estéril de ideas y seco de credibilidad. Las implicaciones están más allá de lo electoral. El movimiento feminista es tan fuerte, tan transversal, tan civilizatorio -pues lo que está en juego es la forma misma de entender las relaciones humanas y el rol de las mujeres en la sociedad- que la famosa 4T va quedando día a día en segundo plano, no sólo por su característica y ya muchas veces comentada ineficiencia, sino porque al lado de la potente revolución feminista los planteamientos del presidente son terriblemente conservadores (en el sentido real de la palabra y no en la definición siempre auto referente de López Obrador).La amenaza de las abajofirmantes no sólo es su diversidad, su voz colectiva, sino lo arrollador de su movimiento y sus ideas.diego.petersen@informador.com.mx