Martes, 26 de Noviembre 2024

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“Las Golondrinas” para Kent Nagano

Por: Jaime García Elías

“Las Golondrinas” para Kent Nagano

“Las Golondrinas” para Kent Nagano

El festivo toque mexicano estaba fuera de programa. En medio de las ovaciones que coronaron la interpretación de la Sinfonía No. 5 en Do sostenido menor, de Mahler, un mariachi, interpretando “Las Golondrinas”, irrumpió en la Sala Plácido Domingo del Conjunto de Artes Escénicas. Venía al caso: se trataba del último concierto de la gira de despedida de Kent Nagano al cabo de trece años como director artístico de la Orquesta Sinfónica de Montreal (OSM).

La presentación de la OSM generó interés en el público local, que cubrió unas mil de las casi mil 600 localidades de la sala, por el antecedente de que la Orquesta Filarmónica de Jalisco, con Marco Parisotto al frente, interpretó el año pasado casi todo el ciclo de Mahler -sólo faltaron dos sinfonías-, lo que le valió ser calificada como “la mejor orquesta sinfónica de México” por la Fundación Mahler.

La Sinfónica de Montreal es considerada la mejor orquesta de Canadá y una de las mejores del mundo. Así, la versión primermundista -valga la expresión- de la monumental Quinta de Mahler, con un centenar de músicos en escena, reavivó el buen recuerdo que dejó la de Jalisco.

Desde la transición de la marcha fúnebre inicial a la bacanal con que continúa la obra, las sonoridades extremas y complejas de la partitura encontraron una interpretación impecable por su nitidez y por la lectura magistral, pulcra en su amplitud de matices, así como la emoción que aportaron el ensamble en pleno y particularmente Nagano -sobrio, eficiente, elegante- en el pódium. Los pasajes pianos del segundo movimiento, el obligado de corno en el tercero, la tersura del celebérrimo adagietto (inexplicablemente, varias personas abandonaron la sala antes de ese pasaje sublime), así como los fortes de la parte climática de la obra, fueron dignos de esa catedral de la música que Mahler legó a la humanidad.

La parte inicial del programa se cubrió una fresca, luminosa, espléndida versión del Concierto para violín No. 5 en Sol mayor, k. 216, de Mozart, con la joven y talentosa violinista rusa Alexandra Soumm como solista. Lo escuálido del programa de mano no permitió saber de quién fueron las cadenzas. Alexandra, acompañada del primer cello de la OSM, ofreció un encore que resultó accidentado porque se reventó a medio camino una cuerda de su instrumento. (Decía bien Manoella Torres: “Lo perfecto es inhumano”).
 

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