Comenzó la feria de los independientes. En estos días se anotaron como candidatos sin partido para buscar la gubernatura del Estado dos personajes que llaman la atención. Salvador Cosío Gaona y Vicente Fernández Jr.De Salvador Cosío podemos decir cualquier cosa excepto que sea un improvisado; él es un profesional de la política. Conoce como pocos el mundo político de este Estado, ha transitado por varios partidos: comenzó en el PRI, partido por el que su padre fue gobernador del Estado de 1989 a 1991; migró al PRD y luego se fue a Morena trabajando siempre en el proyecto de Andrés Manuel. Todavía hace unos meses dijo que buscaría la candidatura por este último partido. Finalmente, al no ser tomado en cuenta por Andrés Manuel decidió contender de manera independiente (hay que decir que Wikipedia lo sigue considerando un político priista. Puede ser uno de tantos errores de esa enciclopedia horizontal… o a lo mejor saben algo que nosotros no sabemos).Vicente Fernández Jr. es todo lo contrario. Nunca ha sido político, no conoce la política, no tiene una trayectoria en organismos de sociedad civil o filantropía. Lo que tiene es un nombre muy potente que es una marca en sí mismo: el de su padre. Lo que puede ofrecer Vicente Fernández Jr. es la fama de su padre, y muy poco más. Sus primeras entrevistas dejaron claro que, lo suyo lo suyo, no es el discurso, ni el conocimiento de la realidad del Estado ni la visión política. Sus respuestas estuvieron llenas de lugares comunes, pero además expresados con muy poca gracia.Ninguno de los dos, ellos lo saben, tiene la más mínima posibilidad de ganar y ambos tendrán que gastar un dineral para cumplirse el capricho de ser candidatos. A menos que detrás de estas candidaturas lo que exista sea una voluntad ajena, una estrategia de pulverización del voto, dos lagrimitas un poco, solo un poco, más creíbles.¿Quién pagará estas campañas? ¿De dónde saldrán los recursos? Habrá que vigilarlos con lupa, igual que a todos los independientes que compitan al Senado, a las diputaciones locales, federales o municipios. Una condición de los independientes debe ser la transparencia. Pero en estos dos casos habrá que duplicar la vigilancia, pues la posibilidad de que sean solo parte de la estrategia desde el partido en el poder para fraccionar el voto es muy alta. Lagrimita como candidato en Guadalajara en 2015 no funcionó. Fue un verdadero fracaso. Me atrevería a decir que el payaso solo contribuyó a una derrota más estrepitosa del PRI. Vicente Fernández Jr. puede ser la versión 2.0 de Lagrimita. El caso de Salvador Cosío es totalmente distinto. Se trata de un político profesional que sabrá golpear, discutir e incluso debatir. Puede convertirse en un Lagrimita que haga llorar a otros… y encima se va a divertir.