Viernes, 29 de Noviembre 2024

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La voz de Dios es la voz del pueblo

Por: Guillermo Dellamary

La voz de Dios es la voz del pueblo

La voz de Dios es la voz del pueblo

La salud es una responsabilidad personal, el individuo se enfrenta a su propio riesgo de enfermarse o de contagiarse y poner en riesgo su vida y la de sus familiares. 

Claro que la comunidad, es decir el colectivo, se verá afectada por las decisiones individuales; por ello se habla de una responsabilidad que trasciende al singular. 

Cada uno de nosotros tenemos una experiencia y construimos una versión del problema que estamos viviendo. Puede ser correcta, acertada, o muy fantasiosa o equivocada. Pero es la libertad que todos tenemos de elegir en qué pensar o creer. Por ello, hay quien sale a la calle, cuando se le pega la gana, o no trae un tapabocas, o simplemente no le hace caso a ninguna de las recomendaciones que se han hecho llegar por diversos medios. 

O quizá hay quien se lo ha tomado tan en serio y con mucha responsabilidad que no sale ni a la esquina y no recibe a nadie en su casa, por ningún motivo, ni aunque sea un familiar muy cercano. 

El que se debe beneficiar de cualquier medida es el pueblo mismo, por ello resulta muy aprovechado y oportunista el que salten al escenario, en esta emergencia, los interesados en llevar agua a su molino, y por ello descartar la gran oportunidad de que surjan los verdaderos líderes que nos unifiquen y conduzcan a resolver lo mejor posible esta situación. 

Una de las grandes oportunidades que todos tenemos en estos momentos es descubrir de qué madera estamos hechos, qué nivel de consciencia tenemos, la cultura de la responsabilidad, el empeño por centrarnos en resolver los problemas en vez de quedarnos sometidos a las dificultades y además no ver el panorama en forma negativa y derrotista. 

Ahorita seremos testigos de quién es quién, por ejemplo el casero que no entiende nada más que de cobrar sus rentas sin importar la situación, el banco que sigue jeringando a sus deudores sin importar nada más que cobrar, los astutos ventajosos, que dadas las circunstancias mienten a sus deudores y no pagan lo que deben, los que a punta de engaños suben los precios de sus productos y así sacan ventaja del momento. Los que se hacen “mensos” y no cumplen con sus compromisos justificándose con la pandemia. Y así, infinidad de situaciones en que “a río revuelto ganancia de pescadores”, y así resultan muchos políticos mediocres y vividores que no hacen nada en estas circunstancias, más que seguir cobrando su sueldo y no servir a la sociedad. 

En las emergencias y a su vez en las crisis, sale a relucir el verdadero yo, la genuina personalidad que todos tenemos dentro. Habrá quien se tenga que topar que es más miedoso de lo que pensaba, o más preocupón de lo que creía. Incluso afloran más rasgos neuróticos y a quien le llegan a manifestarse sus locuras más escondidas. 

Pero definitivamente los líderes son la luz en las tinieblas de la confusión, son la estrella nocturna que nos guía a nuestro mejor destino, se convierten en la guía que nos une para formar un frente en común y no caer en la desorganización y la estéril confrontación. 

Y eso mismo nos preguntamos. ¿Cuáles son nuestros líderes actuales? ¿Quién se ha puesto al frente y ha sido el o la líder más capaz para motivar y sacar lo mejor de nosotros? 

Cuando se politiza un asunto así, el pueblo toma las riendas y surge la sabiduría colectiva, las diversas organizaciones cívicas, profesionales e instituciones, e incluso los mismos civiles de calle muestran más capacidad que muchos políticos, que se encierran en su mundo, en su cargo y en su maltrecha visión y no salen a dar la cara al pueblo, para organizar una cruzada en favor de salir airosos de esta situación. 

Vamos, México; vamos, pueblo; unidos saldremos adelante, es el momento oportuno para demostrar quienes somos los que mandamos. El pueblo unido jamás será vencido. 

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