Domingo, 24 de Noviembre 2024

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La violencia social

Por: Guillermo Dellamary

La violencia social

La violencia social

El patético entorno cotidiano, que se gesta en un estilo de vida repleto de estrés. Facilita y hasta llega a promover la agresividad, envuelta en patrones de irritabilidad, explosividad, frustración y enojo. Los que se manifiestan en un trato agresivo a los demás, por medio de insultos, regaños, intolerancia y maltrato.

El estrés en el ambiente familiar también aumenta, en la medida en que el social se incrementa. Entre ambos se nutren, entre más violencia familiar, más social y viceversa.

De aquí, la enorme tarea que tenemos, en el orden político, de cuidar que ni el estrés ni la violencia aumenten.

Las autoridades tienen también la responsabilidad de mantener la seguridad a tal nivel, de que el discurso ideológico, el ejercicio del poder y la estabilidad económica colaboren en el cumplimiento de la calidad de vida del ciudadano común.

Promover la discordia, el enfrentamiento partidista, el incumplimiento de las leyes, la tolerancia al crimen y nutrir la incertidumbre política. No aportan los ingredientes necesarios para vivir en paz.

Ciertamente la agresividad de un padre de familia, con su esposa o sus hijos, es su responsabilidad. Y debe de hacer todo lo posible para no desquitarse con ellos. Pero va a resultar mucho más difícil, de buscarle una solución a su tensión, si el agitado mundo de alrededor, no colaboran con su tranquilidad.

Basta con un par de ejemplos para tomar conciencia del asunto. Uno muy frecuente es el agresivo sistema de cobranzas de los bancos contra los deudores, he sido testigo de rupturas familiares por el sistemático acoso contra los que no quieren o pueden pagar. Pero eso no les da derecho a hacer lo que crean, que es conveniente, para rescatar su dinero a costa de crear un ambiente hostil.

Si el crimen organizado y la delincuencia, se apropian de las calles y llegan a dominar a las policías locales ¿Qué le resta a un padre de familia para defenderse?

El deterioro de la calidad de vida, que ya estamos viviendo, es un polvorín, que con cualquier chispa puede detonar.

Urge tomar conciencia de los elevados índices de agresividad y violencia, que ya estamos viviendo.

Mientras las autoridades y políticos cumplen con su encomienda. Cada uno de nosotros cuidemos el estrés, y por ningún motivo desatemos desplantes de violencia con nuestros seres queridos. Por allí empecemos, eso sí está a nuestro alcance.
 

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