Ya han pasado las elecciones y tenemos a la primera Presidenta de la historia de México, cuestión que en sí misma es un hecho que sin lugar a dudas abona enormemente a nuestra democracia al abrir espacios que históricamente habían sido reservados para los hombres e inimaginables para una mujer, por lo que todos por igual debemos celebrar. Esto constituye un paso extraordinario y real para la equidad de género, mucho más relevante que lo pretendido por los partidos políticos al establecer cuotas. Una vez más la sociedad demostró ser mucho más grande y poderosa que los partidos políticos y quienes los integran.La elección de una mujer para la Presidencia de México es un logro monumental que tiene profundas implicaciones para la sociedad, esta victoria simboliza el rompimiento de barreras históricas y culturales que han impedido a las mujeres hasta el día de hoy alcanzar los más altos niveles de liderazgo en el país, entendamos que a partir del día de ayer, una mujer es la persona más poderosa del país.Llegó el momento de que tanto los candidatos vencedores como perdedores dejen de lado la rivalidad que los aparta y encuentren los puntos en común, entendiendo que esa es la única fórmula para mejorar las condiciones de todo el país, a todos les corresponde un papel fundamental sin importar el resultado de la contienda; a quienes fueron electos, trabajar para conformar un equipo integrado por las personas más capaces en cada puesto, y al resto de los partidos, construir una oposición seria y responsable que actúe cuidando los mejores intereses del país sin limitarse a oponerse de antemano a todo lo que proponga nuestra Presidenta electa.Por parte de los ciudadanos, entendamos que no se trata de un encuentro de futbol en el que el vencedor echa en cara la victoria al vencido y éste último se queja por los próximos años de un arbitraje injusto, aquí no cabe decir “no era penal”, flagelándose con argumentos estériles que únicamente nos llevan a discusiones bizantinas; a partir de hoy no tiene cabida alguna afirmar si la candidata vencida era o no una mejor opción para gobernar. Estamos hablando del país en el que vivimos y el que le vamos a heredar a nuestros hijos, participemos de una manera verdaderamente activa en la política nacional, midamos con la misma vara a los gobernantes, independientemente de que estos sean o no del partido por el que votamos, entendamos que la democracia no se ejerce cada tres años sino todos los días, desde lo cotidiano que puede parecer influir en un punto de acuerdo en el Ayuntamiento respecto a la remodelación de un parque, hasta una propuesta para reformar la Constitución. El peor enemigo de la democracia no es un mal gobernante, es la apatía ante la política y pensar que con tomarnos unos minutos para ejercer el derecho al voto cumplimos con lo que nos corresponde, cuando, en realidad, es tan solo el inicio del ejercicio democrático; asumamos nuestra responsabilidad involucrándonos en la medida de nuestras posibilidades en la toma decisiones y demostrémonos a nosotros mismos que la democracia se construye todos los días con nuestras acciones, pues únicamente así lograremos el país que queremos y merecemos.