Una vez que ha pasado la euforia por Twitter y las redes sociales, y que ha quedado al descubierto que no son tan masivas como se creía y que en realidad al funcionar como un universo de miles de micro mundos, algunos de ellos conectados entre sí, los mensajes son de circulación limitada y se convierten en “virales” (para utilizar un término muy de las redes) sólo cuando algún medio masivo los levanta y los difunde, reconociendo que hay diarios y canales de televisión que lo hacen magistralmente, es entonces momento de reconocer que cada medio de comunicación ha ido encontrando su lugar y su peso en el mundo de la información.La televisión abierta sigue siendo el gran medio masivo de comunicación. Es brutal su alcance. Cuando se busca comprobar la veracidad de algún mensaje viralizado precisamente en las redes se busca a los noticiarios de televisión porque ahí están las voces tradicionalmente autorizadas y reconocidas para dar fe de lo que realmente es un hecho y noticia.La realidad parece estar en la televisión.Los diarios impresos, al perder la capacidad noticiosa de informar de los acontecimientos en el momento, han fortalecido su contenido con editoriales y sobre todo investigaciones periodísticas que se convierten en los grandes temas de la discusión. Hoy en día, la mayoría de los cuestionamientos que enriquecen las conferencias mañaneras de López Obrador, vienen de investigaciones periodísticas impresas que a su vez los reporteros en Palacio Nacional suben a tono de pregunta para el Presidente.Y para mí ha sido todo un hallazgo la fortaleza que ha adquirido la radio, sobre todo en su carácter regional, y prueba de ello es que poderosos consorcios empresariales están volteando a tratar de comprar estaciones de radio y tener así presencia en el espectro radiofónico.Y es que en ciudades donde empieza a ganar la soledad en el automóvil de las horas perdidas en el tráfico, y donde están pasando muchas pequeñas cosas en el entorno inmediato, la presencia de una voz, comunicando bien e informando de esos incidentes se vuelve fundamental. Y con la información inmediata y cercana adecuada (en ambos sentidos gracias a la digitalización), la radio se convierte en una compañía íntima de enorme valor, se crean comunidades, y las horas pico del tráfico se convierten en las horas de oro de la radio.Es un medio que depende tanto de la confianza de su radioescucha, como el radioescucha depende de la confianza del comunicador, se establece una especie de vínculo mágico, difícil de describir, en que se une la soledad del automovilista con la soledad del periodista en la cabina (porque vaya que es solitario estar al aire en una cabina a las 6 de la mañana).Los tres medios masivos (televisión, prensa y radio), rebotando con Twitter, intercambian información a velocidades vertiginosas creando una gran comunidad perfectamente informada, pero también con una enorme capacidad de olvidar esa información para, al día siguiente, empezar nuevamente la misma historia.