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La patria se rompió en Teuchitlán

La patria se rompió en Teuchitlán
Mientras poco más de 300 mil mujeres marchaban y se congregaban en el Zócalo de la Ciudad de México con motivo del 8 de marzo, el horror del exterminio nos fue visible. Al día siguiente, mientras la Presidenta Claudia Sheinbaum hacía un llamado a la “defensa de la patria” el domingo 9 de marzo en el mismo sitio, esa patria yacía partida, mostrando en un rancho en Teuchitlán casi 400 pares de zapatos de personas desaparecidas, asesinadas o que no sabemos en dónde están. La Presidenta de México no le habló a esa patria rota donde los cuerpos, la integridad y la dignidad de las mujeres demandan justicia; y tampoco le habló a esa patria rota que busca a miles de personas desaparecidas en el país.
Ubicado en la región Valles de Jalisco, Teuchitlán se deriva de la voz Teotzitlán, que se interpreta como “lugar dedicado a la divinidad”. Hasta el año 2022 se contabilizaban 9 mil 647 personas que habitaban el municipio, todas silenciadas por el miedo. En sus primeras declaraciones, el gobernador Pablo Lemus señaló desde esa misma plaza del Zócalo que sí, que “probablemente era una lucha entre cárteles/delincuentes” y, pues no, lo ocurrido en Teuchitlán no muestra una pelea entre rivales, sino una clara descomposición del Estado, de las oportunidades sociales, de la desigualdad, de la violencia sistemática y de la ausencia de justicia.
Al “Izaguirre Ranch” de Teuchitlán se le ha denominado de múltiples maneras: un crematorio clandestino, un lugar de fosas clandestinas, un centro de exterminio, un rancho de reclutamiento y adiestramiento; el horror. Uno de tantos espacios del país que nos recuerda la ancestral estrategia feudal de las “levas”, por medio de las cuales se reclutaba a personas pobres para unirse a la milicia.
Lo dicho por el fiscal Gertz Manero sobre el hecho de que “no es creíble que una situación de esa naturaleza no hubiera sido conocida por las autoridades locales de ese municipio y del Estado” termina por hacer válidas, en cierto sentido, las declaraciones de Trump cuando señala que el Gobierno mexicano en sus diferentes niveles se encuentra coludido con el crimen organizado. No importa cuántas veces llenen el Zócalo para protestar contra los aranceles; al final, el rancho Izaguirre les da la razón a las autoridades norteamericanas. Todo apunta a una aterradora colusión desde el Estado y negligencia de las autoridades de todos los niveles para hacer bien su investigación. El fiscal del Estado de Jalisco señaló que no hicieron bien las indagatorias sobre el predio porque “era bastante grande”, cuando lo que es bastante grande hoy es su indolencia en torno al dolor y al drama de las desapariciones en Jalisco.
¿Hasta cuándo le va a importar al poder esa patria rota visibilizada en campos de exterminio delincuencial? ¿Hasta cuándo vamos a clarificar y combatir las falsas ofertas de trabajo con fines de reclutamiento forzado que persisten en Jalisco y en todo el país? Cuatrocientos pares de zapatos, notas de despedida, ropa y objetos personales de personas que muy probablemente ya no están con nosotros, pero que alguien nunca dejó de buscar. La patria está rota y no hay quien nos convoque, como sociedad, a una solución integral. Teuchitlán no puede ser parte del paisaje cotidiano de la sociedad: exigimos una debida diligencia en los procesos de investigación y que quienes nos gobiernan asuman una responsabilidad presente por cambiar el futuro y, junto con ello, que también asuman su compromiso con la creación de la memoria. Seguramente, cuando la patria deje de estar rota, habremos miles de millones en las calles y las plazas públicas aprendiendo a cohesionar y retejer nuestros lazos como sociedad. Si la Presidenta nos convoca a hilvanar los pedazos rotos de lo que somos como país, seguramente contará con muchas manos e inconmensurables conciencias. Desde hoy, mis pasos contarán 400 pasos de 400 pares de zapatos que jamás volverán a pisar. Mañana hemos sido llamados por los colectivos de búsqueda al Palacio de Gobierno a llevar una vela en memoria de todas las personas que pasaron por ese rancho. Todas, todos, prendamos esa vela desde donde estemos y demos 400 pasos por quienes hoy no tienen justicia.
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