Viernes, 22 de Noviembre 2024

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"La oratoria ¿un arte perdido?"

Por: Carlos Enrigue

"La oratoria ¿un arte perdido?"

Para nuestra charla dominical he considerado platicar acerca de la oratoria, de gran importancia en la Grecia Antigua: Demóstenes (vivió de 384 a de C. a 322) Gran orador y también político, arte este último del que la historia por fortuna no registra nada, pero de su oratoria aun se conservan sus discursos; pero sobre el tema no hay opiniones univocas, así Bierce la define como “la conspiración entre la palabra y la acción para engañar al entendimiento” en tanto que Chesterton escribió al respecto que “el objeto de un orador es convencernos de que él no es un orador” de hecho son muy pocos los aficionados a este noble arte a los que les gusta escuchar y en medida inversamente proporcional estamos a los que nos gusta hablar, esto último por no tener “el pudor necesario del silencio” (creo que ésta es de Sabines, pero no estoy seguro).

En nuestro país hubo grandes oradores entre los cuales resaltaron quienes formaron el famoso cuadrilátero penal, cuatro grandes penalistas cuyas peroratas admiraron a más de uno, lo formaban Querido Moheno, Federico Sodi, don Víctor Velásquez y el jalisciense José María Lozano pero simplemente como muestra mínima de su habilidad les contaré que antes los juicios penales eran como película de Cantinflas y en la capirucha la señora María Teresa Landa fue juzgada por asesinar a su marido: un general, no había duda de eso, pero fue tan brillante la defensa de Lozano de las razones de la chica que no fue condenada y a partir de ese y otros casos se dejaron de usar los juicios orales que ahora de nuevo nos los impusieron los gringos, con muchas quejas populares.

Durante las campañas políticas eran llamados por la raza como jilgueros que arengaban multitudes por su habilidad, aunque a veces fallaban. Cuentan que en la campaña presidencial del señor Licenciado don Adolfo Ruiz Cortines el jilguero en turno en un mitin tumultuario arengaba a la multitud diciendo:

Compañeros que nos reunimos en este acto para apoyar como el mejor candidato (era el único) a la primera magistratura nacional a ese veracruzano ejemplar, aquí presente, don Adolfo Ruiz Cortines, para quien yo, humilde ciudadano vengo a presentar como el mejor hombre y para quien pido un aplauso.

Los acarreados bramaron, para los jóvenes les explicaré ya que dicen que ahora ya no existen que los acarreados eran gentes llevadas casi a fuerzas a las reuniones políticas a cambio de un lonche y algo más, pero eso ya no existe porque ahora van por gusto; pero volviendo a nuestra historia los acarreados aplaudieron a rabiar al tiempo que se escuchó claramente un grito: ¡barbero!

El jilguero, sintiéndose interpelado, reaccionó diciendo:

No señores, yo no soy barbero, como ciudadano libre vengo a decir sin ningún interés que el mejor hombre para México es el licenciado Ruiz Cortines; el grito acusatorio se volvió a escuchar el otro a defenderse igual, hasta que dijo Para que vean que no soy babero que chinfle a su máuser el licenciado Ruiz Cortines.

No agarró chamba por supuesto.

@enrigue_zuloaga

Tapatío

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