Viernes, 22 de Noviembre 2024

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La nave de los locos

Por: Armando González Escoto

La nave de los locos

La nave de los locos

Hace cien años Europa se estaba apenas reponiendo de dos catástrofes, una provocada y la otra inesperada, la Primera Guerra Mundial y la epidemia de influenza. Las secuelas de la guerra propiciaron el que nuevamente aquel continente quedara en manos de dos tipos de actores perniciosos, los locos y los ingenuos, con una locura frecuentemente perversa y una ingenuidad frecuentemente torpe. Mussolini, Hitler, Stalin, Pétain, Chamberlain, estaban fraguándose y pronto conducirían al mundo a una nueva catástrofe, no sin la cooperación de una sociedad que oscilaba entre el temor y el resentimiento, bajo el peso del endeudamiento posbélico, con una inflación mayúscula, ansias de evadirse por medio del relajamiento total, es decir, el terreno más propicio para el resurgimiento del populismo de derecha y de izquierda.

No es que la tierra sea una nave de locos, pero sí es una y otra vez una nave conducida por locos, gracias a la colaboración de los ingenuos. Durante la Edad Media la nave de los locos sí era real, pero se refería a que muchas aldeas pagaban a determinados capitanes por llevarse a los locos del pueblo, o incluso los embarcaban en un navío y los dejaban a la deriva. Fue también el título de una obra de crítica social publicada allá por 1494 en que efectivamente la sociedad era vista como un conjunto de orates viajando todos juntos en una embarcación, obviamente sin rumbo.

En el escenario presente parece repetirse el mismo proceso, líderes locos o torpes se mantienen en el poder o están por tomarlo de nuevo, a la vez que intencionadamente sostienen ya una guerra europea camuflada como conflicto regional. Biden, Trump, Putin, Kim Jong-un, Macron, Scholz, Von der Leyen, Zelenski, Sunak, son los actores del momento y desarrollan a la perfección el papel de locos o ingenuos que el libretista mundial les asigna. 

La torpeza de la política norteamericana se desenvuelve como una maquinaria ciega, le han cambiado las premisas a las que estaba acostumbrada y ahora procede de manera disparatada. Desde la orquestación del golpe de Estado en Ucrania, se veía clara su intención de provocar un conflicto con Rusia, pues en su estrategia miope, debilitar a este país era un paso indispensable para atacar a quien consideran su verdadero enemigo, China; de momento no han podido ni una ni otra cosa, pero el costo en vidas humanas inocentes es ya muy alto, en tanto, los jugadores se relamen en espera de los grandes negocios que les vienen a la hora de reconstruir un país que por su misma causa ha sido destruido, repetir de algún modo lo mismo que hicieron durante la trágica guerra de los Balcanes y sus jugosos posteriores dividendos.

Hasta el momento presente China no ha caído en las múltiples provocaciones de esta manga de locos, se ha estado preparando para lo que se pueda ofrecer, pero no al dictado de los estrategas occidentales, ya palió con relativo éxito las maniobras subversivas que le orquestaron en Hong Kong al más puro estilo anglosajón, y se mantiene observando el modo en que Estados Unidos manipula a su antojo el presente y el futuro de Taiwán, a la vez que fortalece alianzas con países que ya en el pasado cometieron en China verdaderos genocidios, ¿estamos pues encaminados ya a una nueva guerra mundial?

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