La primera ministra de Finlandia se fue de fiesta. No fue nada de otro mundo: una mujer, una profesionista, una adulta divirtiéndose. La mandataria Sanna Marin, de 36 años, cantó, bailó, saltó y se divirtió con sus amigas y amigos. Se veía feliz. Era una fiesta privada, pero el video se hizo viral en redes sociales… y, entonces, terminó en escándalo.A la primera ministra (lo que equivaldría en México a ser presidenta) le llovieron críticas y reclamos por haber dedicado unas horas de su tiempo a divertirse, tener vida personal y salir de fiesta. Incluso, terminó haciéndose una prueba antidoping para demostrar que esa noche, que bailó y cantó, no estaba drogada. “No tengo nada que ocultar. No he consumido drogas y, por tanto, no tengo ningún problema en someterme a una prueba”, declaró la mandataria ante la petición de que se hiciera un test de drogas que, efectivamente, salió negativo.¿Sería igual de escandaloso si quien hubiera estado cantando y bailando fuera un funcionario varón? Sesgos de género, con estereotipos que continúan perpetuándose, en medio de culturas machistas (y hasta misóginas), que buscan restarle madurez o capacidad a una mujer por salir a divertirse.Sanna Marin se convirtió, en el 2019, en la primera ministra más joven del mundo (cuando tenía 34 años); desde entonces, cuando asumió el principal cargo de su país, ya le precedía una gran carrera y experiencia política.“No hice nada ilegal”, dijo antes de someterse a la prueba.Tras el escándalo y el hostigamiento del que ha sido víctima, la primera ministra recibió el apoyo de cientos de mujeres, no sólo de Finlandia sino también de otros países. A través de redes sociales, con la etiqueta #SolidaridadConSanna y #SolidaritywithSanna, se han compartido videos de más mujeres bailando y cantando, para dejar claro que divertirse es un derecho de todos. “Soy humana. Y yo también hecho de menos a veces la alegría, la luz y la diversión en medio de estas nubes negras”, dijo Sanna Marin a punto de llorar. “Es privado, es alegría y es vida”.Salir a cantar, bailar y divertirse no es una mala conducta, menos aún si se hace en su tiempo libre y fuera del trabajo. Cualquiera puede irse de fiesta, al teatro, a una alberca o un paseo por el bosque… es vil censurar a alguien por hacerlo, por el hecho de ser mujer.“No he faltado a un solo día de trabajo. No he faltado a una sola tarea. Y no lo haré, incluso, en medio de esto”, dijo.La Ministra de Filandia se fue de fiesta, bailó y cantó, ¿y cuál es el problema?Por cierto. En internet no hay nada privado, en ninguna red. Sirva la mala experiencia de la primera ministra finlandesa para recordarle a las y los políticos mejor dejar los celulares fuera.Lo privado suele ser íntimo y al hacerse público siempre es visto con otros ojos: es socialmente juzgado.