El Presidente Andrés Manuel López Obrador realizó, como casi todos los fines de semana, una nueva gira de trabajo. Esta vez viajó al Sureste, más concretamente, visitó parte de las obras de construcción del Tren Maya, una de los proyectos emblemáticos de su administración, en el contexto de la polémica por la oposición a la etapa cinco del proyecto, que se acusa, afectará parte de la selva peninsular y dañará la cadena de cenotes. Más allá de sus declaraciones contra los “pseudoambientalistas” y la acusación contra el Gobierno estadounidense por financiar -afirma- a quienes se oponen, el mandatario lanzó una convocatoria sorprendente: le pidió a los miembros del Ejército mexicano que defiendan el Tren Maya, no únicamente por ser un proyecto turístico y económico, sino porque de éste se obtendrán recursos para sus pensiones de retiro.Intrínsecamente, el Presidente López Obrador le pide a las Fuerzas Armadas que tomen partido. Que se alíen con él y con el proyecto del Tren Maya para enfrentar críticas y oposición a la obra. Increíblemente, el jefe del Poder Ejecutivo rebasa otra vez los límites de políticamente conveniente, incluso de lo legalmente permitido, y lanza un reto de compromiso para que quienes, con razón o sin ésta, sean también adversarios del Ejército mexicano, porque incluso están poniendo en peligro sus ingresos cuando lleguen a la edad de retiro.La institución castrense del país, no hay que olvidarlo, es una de las más respetadas por la ciudadanía. Encuesta tras encuesta, los mexicanos persisten en mantener un alto porcentaje de confianza en el Ejército, a pesar de que sobran ejemplos de algunos malos elementos que a lo largo de los años fueron evidenciados por violar derechos humanos, por cometer delitos o incluso, por corromperse y aliarse con el crimen organizado. Sin embargo, la institución ha quedado al margen de ello.En la administración federal, ya se sabe, el Ejército mexicano se ha convertido en uno de los pilares, sino es que en “el pilar” fundamental de lo que el Presidente mexicano presume como la Cuarta Transformación.Miles de elementos del Ejército han trabajado, como siempre, en apoyar a mexicanos afectados por desgracias o fenómenos meteorológicos. Además, se mantienen como la última barrera ante el empoderamiento del crimen organizado que se adueña a la vista de todos, de territorios, poblaciones y actividades civiles. Pero además, el Ejército es el nuevo brazo de obra civil del Gobierno federal: construyeron el Aeropuerto Felipe Ángeles, participan en las obras de la refinería de Dos Bocas, Tabasco; y a través de la Marina, tienen ahora el encargo de administrar todos los puertos nacionales.Obviamente, el creciente poder e influencia de nuestras instituciones militares puede llegar a convertirse en una influencia negativa, puede ser después una amenaza contra la endeble democracia mexicana. Es lo que han advertido analistas y estudiosos durante años.¿Y ahora el Presidente les pide “defender” la obra del Tren Maya porque de ello depende que haya recursos económicos para sus pensiones?Ya sólo falta el siguiente paso, y no es drama: que a los soldados se les instruya que quienes cuestionan al Gobierno federal y sus proyectos, son enemigos de la nación y se proceda contra ellos. Suena absurdo, pero parece que es la dirección en la que vamos.jonasn80@gmail.com / @JonasJAL