Seis mujeres hincadas. Las rodean cinco hombres armados y encapuchados. Dos portan sudaderas marcadas con las iniciales “CJNG” en el pecho. Uno sostiene un celular y lee en voz alta: “Este negocio de las escort tiene dueño: CJNG. Tienen que reportarse cada semana. Se va a controlar con un brazalete que se les entregará por nuestra parte”. Las seis escorts ya portan un brazalete amarillo. Este video circuló en redes desde el viernes. Las autoridades federales confirmaron a una televisora que era reciente, grabado en Guanajuato.Esta grabación es un recordatorio de que no basta la contabilidad homicida para entender y medir la violencia en nuestras ciudades. Pensar en el narcotráfico como una simple interconexión entre producción y distribución de drogas es un error.En el fondo subyace una economía criminal que patrocina, articula y exprime otras formas lucrativas de la ilegalidad y la violencia. Si bien los cárteles obtienen ingresos a través del narcotráfico, poseen más fuentes alternativas de financiamiento que derivan del control de otros mercados lícitos e ilícitos.La extorsión o el cobro de derecho de piso a comerciantes o productores formales es una de ellas (aguacateros, ganaderos, agricultores, transportistas). La otra es el cobro de rentas a actividades ilícitas o informales como en este caso la prostitución y muy probablemente la trata de blancas.Imponen membresías y tributos a otras formas de criminalidad organizada que garanticen altos rendimientos económicos: el robo de autos, el tráfico de personas, el secuestro, el robo de combustible, la tala ilegal, el fraude, la extorsión, la venta ilícita de medicinas… De esta manera, el cartel se ha convertido en esa “mano invisible” que regula el mercado de las actividades delictivas. El video aludido muestra a un cártel franquiciatario que opera con esa lógica de diversificación para maximizar sus ingresos.La economía criminal golpea nuestras ciudades. Esto sólo es posible en un Estado con instituciones frágiles, en donde el control territorial lo ejercen los delincuentes. Todo lo que ocurre en estos espacios, lícito o ilícito, si implica ganancia, pasa por sus bolsillos.