La retórica del presidente Andrés Manuel López Obrador invadió ayer la sala de juntas del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con un discurso que fue como un compendio de las generalizaciones que lanza casi a diario en su rueda de prensa mañanera de un México que él ya ve cambiado, en el que ya no hay corrupción y donde se atiende primero a los pobres aunque esas y otras afirmaciones no chequen con la realidad nacional. Vitoreado por sus simpatizantes en las calles de Nueva York, López Obrador fue incluso más allá y propuso algo así como extender a nivel planetario dos de sus programas sociales emblemáticos. Por un lado, el de la entrega directa de apoyos económicos a los más pobres como él lo hace, al anunciar que propondrá a la asamblea general de la ONU un plan mundial de fraternidad y bienestar dirigido a la población que sobrevive con dos dólares diarios, calculada en 750 millones de personas, para que puedan “tener una vida digna”. Se necesitaría un billón de dólares que se podría obtener, dijo, de una contribución voluntaria del 4 por ciento anual de las fortunas de las mil personas más ricas del mundo, una aportación similar de las mil corporaciones más importantes del planeta y una cooperación del 0.2 por ciento del PIB de los países miembros del G20. Ese dinero, insistió AMLO, se debe hacer llegar de manera directa a los beneficiados vía tarjetas o monederos electrónicos del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Presumió también su programa de Sembrando Vida y cómo se estaba replicando ya en Centroamérica, como una alternativa para combatir la pobreza que también debería implementar Naciones Unidas.La narrativa triunfalista de López Obrador en la ONU lo hizo nuevamente pontificar y rayar en momentos en la demagogia al plantear que para supervisar estos programas se debía hacer un padrón, pese a que en México no hay un solo listado público de los beneficiarios de los programas sociales de la 4T.En el tema de la corrupción, que fue el eje central de su discurso, el presidente mexicano llamó a la ONU a salir de su letargo para combatir ese lastre que profundiza la desigualdad, también sin dar mayor importancia al hecho de que en lo que va de su sexenio ha crecido la corrupción y la pobreza, según los estudios más autorizados en esos temas.Y mientras López Obrador regañaba también a los de la ONU por “el rotundo fracaso” por haber repartido apenas el seis por ciento de las vacunas anti-COVID-19 entre los países pobres con el programa Covax, en México familiares de niños con cáncer bloqueaban el aeropuerto por la falta de medicamentos que reclaman prácticamente desde el inicio de la 4T, demostrando una vez más que no es a base de discursos que se cambia la realidad, por más que se diga en las más alta tribuna de la ONU con la mejor de las intenciones.jbarrera4r@gmail.com