Después del descalabro que sufrió la administración federal de la Cuarta Transformación en el intento de la llamada reforma eléctrica (domingo 17 de abril 2022) y al margen del vergonzoso papel que está desempeñando el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado Carrillo, quien anunció una denuncia en la Fiscalía General de la República contra los 223 diputados que votaron en contra de la reforma por “traición a la patria”, ahora se está desarrollando un nuevo conflicto nacional empujado por la presidencia: la reforma electoral.El presidente Andrés Manuel López Obrador cuenta con elementos de sobra para generar lo que popularmente se denominan “cortinas de humo”, es decir distractores de la opinión pública. Un día se confronta desde su estrado con los activistas (los “pseudoambientalistas”) que se oponen al quinto tramo del Tren Maya; en otra jornada, aborda las declaraciones de Donald Trump, quien ha vuelto a criticar a México en su afán de ser candidato republicano en las próximas elecciones presidenciales de Estados Unidos. Y cuando se terminan los temas “serios”, el mandatario mexicano retoma su personal conflicto con Carlos Loret.Sin embargo, lo que realmente ocupa los intereses de los estrategas políticos de la presidencia es la reforma en materia electoral que supuestamente se presentaría la semana pasada, y que se ha retrasado algunos días. El presidente López Obrador adelantó algunos temas, como recortar diputados de representación proporcional y reducción en los recursos públicos que se entregan a los partidos políticos.En ambos casos, al menos en el escenario político nacional vigente, recortar diputados y disminuir el presupuesto a los partidos, Morena sería la fuerza política beneficiada. Ambas iniciativas, vale decirlo, obtendrían amplia aprobación popular, pero también reforzarían la mayoría de Morena en la Cámara de Diputados y dejarían al partido fundado por el presidente del país en clara ventaja económica. En otras palabras, en la práctica los partidos políticos de oposición verían más reducido su margen de maniobra y sus oportunidades de convencer a más ciudadanos de votar por ellos.Si la reforma se aprueba finalmente, quien sea candidato o candidata de Morena en las elecciones de 2024 tendría además, el respaldo de millones de beneficiarios de los programas sociales (pensión para adultos mayores, pensión a discapacitados y becarios). Sería una jugada maestra.Pero además, en la reforma electoral el presidente López Obrador pretende tomar revancha de uno de sus adversarios (real o imaginario) que más ha criticado: el Instituto Nacional Electoral (INE), en el que pretenden despedir anticipadamente a los consejeros electorales más críticos del lopezobradorismo y también restarle facultades y recursos a la institución, para presumiblemente, entregarlos al Gobierno federal, que retomaría funciones electorales desaparecidas de la década de los años 90 del siglo pasado.Para que lo antes dicho se convierta en realidad, se necesitaría una reforma a la Constitución del país, y Morena junto con los partidos político que son sus aliados, podría no reunir los votos necesarios. Justo después del aprendizaje que fue la derrota de la reforma eléctrica, los líderes de Morena y la 4T, están revisando estrategias y cabildeo… no pueden permitirse que otra vez, 223 diputados voten en contra.Todavía queda camino por recorrer y si la iniciativa final de la reforma está escribiéndose, las pugnas ya están en apogeo.jonasn80@gmail.com / @JonasJAL