Se despliega una guerra informativa de alto nivel entre Rusia y Estados Unidos que involucra la paz en Europa. Vladimir Putin el experto en comunicación, formado en la KGB, durante años ha desplegado una intensa actividad controlando políticamente las expresiones de inconformidad dentro de su país, y desplegando la desinformación en otras naciones, como lo sucedido en en los procesos electorales de los Estados Unidos. Sus ventajas tácticas se enfrentan, por primera vez, a un desafío que pretende vencerlo usando el juego en el que se siente más cómodo: el de la información.En la disputa por orientar a la opinión pública luchan rusos y estadounidenses, y últimamente el gobierno de nuestros vecinos ha pasado a la ofensiva desclasificando información de inteligencia para denunciar los movimientos militares advirtiendo sobre una inminente invasión a Ucrania. Ha esbozado los planes de Moscú y prevenido sobre el costo en vidas humanas que significa una guerra. Las revelaciones constituyen una liberación de datos sensibles de inteligencia de forma casi inmediata; se procesa información que se comparte con los legisladores y casi inmediatamente los portavoces militares la explican a periodistas y comentaristas que denuncian los hechos en los medios de comunicación. En la táctica se ha involucrado personalmente el Presidente Biden quien advierte sobre la inminencia de una guerra, haciendo ver su intención de evitarla. El propósito parece ser que las revelaciones dificulten o desmonten los planes de invasión, con lo que en el peor de los casos se gana tiempo para que Rusia reconsidere sus intenciones, valorando los costos políticos y económicos de una invasión. Pero al mismo tiempo evitan que Putin justifique la invasión mediante la narrativa de cuidar la seguridad interna de su país. Los europeos ven con cierta distancia esta operación, dado que al fin de cuentas la narrativa de la guerra en el Este de Europa se desarrolla desde Estados Unidos y Rusia.Los límites éticos a estas prácticas han sido cuestionados luego de la amarga experiencia de la guerra del Golfo, cuando se desclasificó información, que luego resultó inexacta, para justificar una guerra; por lo cual ahora los Estados Unidos, la desclasifica pero para mostrar que trata de evitarla, con lo que carga la responsabilidad de un inicio de hostilidades del lado de Putin. Es una jugada agresiva que puede darles ventaja porque si la invasión se diera, entonces las advertencias habrían cobrado sentido, justificando entonces las acciones militares defensivas en respaldo de las naciones europeas. Si la invasión no se da puede alegarse que la estrategia de las advertencias funcionó al hacer retroceder a Putin y justifica endurecer las posiciones defensivas y una negociación más contundente. Pero este es un escenario que funciona solamente en las naciones de Occidente, porque otra es la realidad que genera el sistema de información ruso hacia el interior de su país y mediante sus brazos externos, en donde habla de la agresión de la OTAN y de la necesidad de actuar militarmente para evitar una humillación. La exacerbación del nacionalismo y las alianzas con naciones como Bielorusia le permiten convertir a la guerra en parte de la historia de la lucha por la grandeza rusa, que coloca a Putin como un héroe militar. Como sea, luego de estos episodios de la guerra informativa en el nivel de las justificaciones, algo importante va a pasar en Ucrania y no parece ser bueno. El proceso armamentista está en marcha y los costos económicos ya comienzan a sentirse en la región que puede convertirse en un polvorín. Se ha llegado a decir que la invasión es tan inminente como que puede comenzar el próximo miércoles, con lo cual se mueven las piezas en una partida de ajedrez que puede sacudir la estructura europea. Quizá estas escaramuzas de la guerra informativa son los prolegómenos de las disputas sobre el control de la narrativa que se desplegará en los próximos años entre Occidente, China y Rusia que trata de salvar su papel como potencia militar. La realidad muestra que en la lucha por establecer una agenda que justifique las decisiones hay cada vez menos límites técnicos y éticos. Justificar una guerra rebaja al hombre de su mejor condición, la de tener conciencia.luisernestosalomon@gmail.com