Quienes no somos tan jóvenes y podemos recordar la vida en México anterior al nefasto gobierno de Carlos Salinas de Gortari, sabemos que Teléfonos de México funcionaba razonablemente bien y, en caso de los inevitables percances que llevaran a la interrupción del servicio, su capacidad de respuesta difícilmente daba lugar a que la solución del problema, generalmente originado por las inclemencias del clima, tardara más de dos o tres días. A ello valdría agregar que, ¡la empresa trabajaba con números negros!Su privatización, pues, como alguien dijo entonces, “apestó a corrupción”, máxime que por ella se pagó una verdadera miseria que correspondía, según dijeron algunos que se reputan de expertos, a poco más de la quinta parte de su valor. Entre ellos se contó un hijo de mi admiradísimo amigo Antonio Carrillo Flores, quien era destacado colaborador de la empresa…Pueden prevalecer diferentes opiniones sobre el Telmex privatizado, mas, creo que la mayor parte no son positivas. Por lo que se refiere a este servidor de ustedes, el calvario mayor se debe a la enorme lentitud para reparar las fallas, debido a que, claro, ahorran en personal y el que tienen no se da abasto. En dos ocasiones mi pobre número estuvo enfermo durante más de un mes antes de que tuvieran a bien repararlo.Al parecer es ahora el plazo frecuente para arreglar cualquier desperfecto. La angustiada telefonista que nos atiende, agobiada por el alud de reclamos que revive en el mismo sentido, ya contesta automáticamente: “es que tiene mucho trabajo” lo cual, aquí y en China tiene la misma solución si se quiere dar un servicio responsable…Vale aceptar que se han ido superando: en este momento el suscrito ya se acerca al mes y medio con el teléfono descompuesto y la respuesta es la misma: “yo los presiono pero no se dan abasto…”Son estas las circunstancias en que la ciudadanía tiene todo el derecho a cuestionarse si los servicios públicos deben dejarse en manos del capital privado. El objetivo primigenio de éste es la utilidad económica, cuando en este caso, debería de ser el servicio que merecen los ciudadanos que pagan impuestos y, en sentido estricto, tienen todo el derecho a que sus necesidades que requieren oficial satisfacción se atiendan con prontitud, en vez de que sirvan para medrar a empresarios que deberían buscarse sus propios nichos de negocio.Ya vimos el desastre que sobrevino cuando se privatizó Aeroméxico y podríamos hacer referencia a muy diversas tareas más, como las carreteras privatizadas, los aeropuertos, etcétera.Bien cierto es que la privatización de ciertas tareas resulta ser una verdadera traición a la patria. Así se había establecido antaño cuando se favorecía a la IP, hasta cerrando fronteras a su favor, en ciertas actividades que le correspondían.jm@egc-sa.com