La muerte del empresario Jorge Vergara, dueño de Omnilife y Chivas, obliga a realizar una valoración global de su legado en el club más popular del país. Ni el Rebaño Sagrado, ni Vergara, fueron los mismos tras su encuentro en 2002.A finales de octubre de ese año, el Club Deportivo Guadalajara vivía los meses finales de su relación de diez años con la Promotora particular que encabezaba Salvador Martínez Garza. Este empresario, dueño de Mexicana de Lubricantes (Mexlub), comenzó con grandes inversiones en futbolistas que conformaron las llamadas “Súper Chivas”, pero en 2002 la situación era distinta. Se vendieron a los mejores jugadores para recuperar capital, el equipo cayó en la mediocridad deportiva, y los miembros de la asociación civil que arrendó el equipo a Martínez Garza tampoco estaban en condiciones de respaldar al club.En este contexto es cuando Jorge Vergara compra al club, no sin un proceso polémico, al adquirir los certificados de 143 de los 196 socios del Guadalajara, y convertir al club en una Sociedad Anónima. El dueño de Omnilife, hasta entonces sólo conocido por los círculos empresariales, representó un soplo de aire fresco para las Chivas y el futbol mexicano por sus promesas, sus declaraciones polémicas y su apuesta por la cantera, de donde salieron jugadores como Carlos Salcido y Javier Hernández.Sin embargo, también habría que atribuirle algunos defectos que impidieron un mayor crecimiento deportivo. Tenía muy poca paciencia con los entrenadores -hasta 25 de ellos desfilaron en sus 15 años de presidencia-, y con los directores deportivos -desde Ivar Sisniega hasta Francisco Gabriel de Anda-. Alternó años de buenas contrataciones con otros donde el equipo resintió la falta de dinero y, con ello, el declive deportivo. Ganó dos ligas, pero también colocó al equipo en problemas porcentuales. Chivas USA, equipo de expansión en la Major League Soccer (MLS), fracaso tras diez años de más malos que buenos resultados. Su falta de conocimiento del futbol lo llevó a arriesgar el valor comercial que Chivas ganó durante su gestión.Aunque parecía político en campaña con promesas desmesuradas, hay que señalar que esa visión lo llevó a conseguir éxitos perdurables. No trajo al mejor técnico del mundo, pero vino Hans Westerhof, entrenador holandés de grandes aportaciones al primer equipo y Fuerzas Básicas de Chivas. El estadio Akron abrió en 2010 y no en 2006, como prometió, pero el moderno inmueble le otorgó a Chivas un valor comercial superior al que ya tenía. Tampoco se cumplió eso de “ser el mejor equipo del mundo en diez años”, pero de 2002 a 2006 Chivas alcanzó un título de Liga y dos semifinales de Copa Libertadores, cumpliendo el objetivo de ser los mejores de México en cinco años. Echó a muchos entrenadores, pero acertó al dar continuidad al argentino Matías Almeyda cuando muchos lo querían despedir por sus primeros resultados adversos, logrando con ello construir el camino para la estrella rojiblanca número 12.Como aficionado al futbol y las Chivas, tuve muchas desavenencias con las decisiones y modo de ser de Jorge Vergara, pero es justo reconocerle sus éxitos y aprender de sus errores. Su trayectoria podría resumirse en la descripción que hizo el periodista Jorge Zepeda Patterson, “su imperio no es producto del espaldarazo de un presidente o un gobernador, ni requirió contratos oscuros que le permitieran ordeñar al erario público; tampoco procede del lavado de dinero (...) Nada le ha llegado a Vergara de manera gratuita. Su fortuna es producto de su portentosa habilidad para vender, su temeridad y una vocación natural para enzarzarse en todo tipo de litigios para salirse con la suya”.