En poco más de dos años, el panorama desde México cambió profundamente debido a acontecimientos externos: la polarización geoestratégica entre Estados Unidos y China, la Guerra en Ucrania y la profunda revolución tecnológica que vivimos.Una de las mayores derivadas de este cambio de juego es la polarización entre las dos potencias mayores: Estados Unidos y China, el aumento del gasto militar en el mundo, así como el aislamiento económico forzado de Rusia y la emergencia económica de la India. En ese contexto se ha abierto un panorama geopolítico totalmente distinto al que teníamos diez años atrás. Somos parte del bloque económico Norteamericano con todas las consecuencias que eso significa, y nuestra posición como nación emergente nos da ventajas para aprovechar la coyuntura. En lo económico, la relocalización de las empresas Norteamericanas y Europeas establecidas en China es una realidad tangible que provoca la llegada de inversiones, sobre todo a Estados Unidos y Canadá, pero también una parte importante a México. Y no solamente eso, sino que las empresas Chinas, al darse cuenta de la nueva realidad, también buscan venir al continente Americano para salvar las tensiones.Según los reportes publicados, la inversión extranjera sigue creciendo y se espera una tendencia sostenida por más de una década, lo que hace que México se convierta en un espacio de crecimiento económico a mediano plazo. Esta oportunidad no la habíamos tenido antes. La mayor expectativa se produjo luego de la firma del TLCAN, pero al mismo tiempo se produjo una dolorosa reconversión industrial en México con un alto costo económico y social en aquel momento por las políticas enfocadas al llamado neoliberalismo que dejó de lado el bienestar social. Ahora la situación parece encaminarse a una etapa de crecimiento debido a las circunstancias, pero también gracias a que tenemos bases sólidas en el manejo de la política económica sostenida en las últimas décadas. Los agentes económicos más relevantes del mundo ya se dieron cuenta de la enorme oportunidad y actúan en consecuencia, y es tiempo de que aquí los actores sociales y políticos adquieran la perspectiva de oportunidad que tenemos enfrente. Sobre todo porque desde las regulaciones públicas puede acelerarse, haciendo mucho más sólido el proceso de crecimiento, y generar verdadero bienestar a la población. Los primeros efectos de este cambio geopolítico los vemos ya en factores como el tipo de cambio, la construcción de plantas industriales y la movilidad de capitales y talento globales en nuestro territorio.En lo político, México goza de una gran estabilidad, gracias a la lenta pero sostenida consolidación democrática, lo que significa hoy un enorme activo que debemos cuidar. Así mientras una guerra se desarrolla en las puertas de Europa y las naciones en Asia crecen aceleradamente entre las tensiones militares, aquí tenemos la oportunidad histórica que nunca habíamos tenido de jugar un papel más activo en el mundo y traducir el crecimiento en una verdadera reducción de la desigualdad social, sin duda el principal reto de nuestro país. Muchas de las medidas emprendidas actualmente están encaminadas hacia una política social redistributiva, y han logrado relajar la tensión social, pero falta aún mucho por hacer.Corregir la ineficacia del sistema de seguridad y justicia, construir infraestructura de calidad, impulsar la educación de excelencia y transmitir hacia toda la población el bienestar son las principales tareas a las que nos enfrentaremos como país. Y en todas y cada una de estas retos tenemos condiciones para lograr alcanzar los objetivos deseables. Tenemos con qué, si nos ponemos de acuerdo, más allá de las diferencias propias de la democracia, en enderezar el esfuerzo en esos objetivos estratégicos que nos permitirán hacer de los años por venir una época de oportunidades. Otras naciones tuvieron su tiempo: Corea después de la Guerra, España en la transición democrática, Japón con su despegue industrial de los años 50 y 60; en estos y otros casos, las oportunidades surgieron de las condiciones geopolíticas, y en todos hubo un acuerdo de facto entre los tomadores de decisiones para aprovechar la coyuntura. Lo mismo debe pasar ahora en México.Los problemas graves que tenemos son resolubles con una visión positiva del futuro, elevando la mira y observando las oportunidades que se abren en el mundo para hacer de México realmente una Nación más igualitaria. Los tomadores de decisiones tienen sobre la mesa una oportunidad inédita en nuestra historia para hacer un acuerdo por encima de las naturales diferencias de visión y aprovechar la hora de México.luisernestosalomon@gmail.com