Miércoles, 27 de Noviembre 2024

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La historia del sapo II

Por: Sergio Aguirre

La historia del sapo II

La historia del sapo II

Va la continuación de la narración de la semana pasada (http://bit.ly/2yfIWxm). Es la historia de una amiga venezolana y sus razones salir huyendo de Venezuela. Vino a México.

“Uno de los malandros se bajó de la moto y baleó a quemarropa a Abelardo con dos tiros en la cabeza, acto seguido mi hija entregó una tablet por encima de Abelardo y gritó: “¡Hay niños, hay niños!” y se dejó caer sobre el asiento como inerte. El antisocial se dirigió a la puerta donde estaba mi nieto Matías y no pudo abrirla, pues la manilla no existía. El carro tuvo 28 tiros en total. El maleante pasó por la parte trasera del carro y fue a la puerta de Sasha, pero ella parecía muerta, luego se dirigió a mi puerta y la abrió con la pistola con la que acababa de matar a mi amigo.

“Me pregunta por el oro, y contesté que no uso esa mierda, que lo que tengo es un dolor inmenso en mi mano, me pregunta por mi bolso y le dije que lo boté hace rato por la ventana. Se montó en la moto y arrancaron todos. Me baje del carro desesperada, di unas vueltas alrededor; me encontraba muy alterada con un muerto, mi hija muriendo, pues le pegaron tres tiros y uno fue en el cuello, directo a la yugular, y mi nieto libre de balas. En una calle solitaria y oscura sin saber qué hacer, me devolví al carro a ver a Matías y encontré mi teléfono en el asiento. Acto siguiente llamé a mi hermano y le expliqué la situación. Esperamos una ambulancia por más de 50 minutos, pues no llegaba. Asistieron a la zona diferentes entes policiales, revisaron a mi nieto y lo pusimos en otro vehículo hasta que llegó mi familia y se lo llevaron. A nosotras nos trasladó una ambulancia de defensa civil al Centro Docente la Trinidad, la clínica más cercana.

“Ahí fuimos atendidas, yo sólo estuve tres días. Durante ese periodo mi casa fue saqueada y hasta los cables de electricidad los arrancaron, por supuesto no iba a regresar a casa, me fui a casa de mi madre, un apartamento más céntrico, menos alejado, para recuperarme porque me pegaron dos tiros y necesitaba asistencia; pasando dos meses de este espantoso evento, un día bajé del piso 12 al piso 11 para tomar el ascensor cuando un hombre de 1.80 metros, más o menos, se colocó por detrás de mí. Con la mano derecha tapa mi boca y con la izquierda apunta a mi sien con un arma plateada de caño grueso, bien grande. Comienzo a forcejear y produzco sonidos, me dejo caer al piso y él pierde el eje y se tiene que agachar; un vecino escuchó los sonidos y abrió la puerta y cerró, en eso se acercó otro hombre y dijo algo y el que tenía el arma me soltó y se fue. Llego la policía, pero no pasó nada.

“Podría ampliar el terror aún más con otra experiencia en el 2012, un atraco a la familia en la casa de la playa, donde fui violada por dos antisociales, y así una cantidad de barbarie con permiso subliminal por parte del gobierno sembrador de separación y diferencias. Todas estas razones me hicieron salir de Venezuela, aparte de la falta de alimento, de medicinas y de ver como condecoran a quien faltas comete.

“[En México] encontré en un país cálido y maravilloso, de gente amable, bondadosa, de una riqueza natural asombrosa. Sentí tanta calidez aquí, así poco a poco me deje llevar. Pasaron los meses y me quedé.

Pero mi amiga tiene serios problemas migratorios, y se quiere quedar a vivir en México. Los resolverá.

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