Decía García Márquez que la expulsión del paraíso fue la primera gran noticia del mundo y que esperaba con ansia leer las crónicas del juicio final. La pregunta en realidad es quién escribirá esa crónica, quién vivirá para narrarlo, porque a quererlo o no, siempre hay un periodista dispuesto a partirse el alma para contarlo, aunque en ello le vaya el paraíso. Pero antes de que llegue el fin del mundo hay quienes han vaticinado el fin de los medios, la irremediable derrota del periodismo frente a la voraz velocidad de las redes.Se equivocan no solo porque piensan que una cosa suple a la otra, que subir un video a Instagram o una opinión en Twitter es hacer periodismo, sino porque lo que hay detrás de la generación de información es un oficio y una voluntad de saber que caracteriza al periodista, porque este oficio no es el de los que tienen prisa, aunque siempre andemos apresurados, sino el de los que nunca están contentos con solo un pedazo de verdad, el de los que saben que siempre hay algo más por conocer, algo que se nos oculta; porque el periodismo es el oficio de los que no tienen certezas, de los dudan de todo, incluso de su propia mirada, de los que saben que, como diría Octavio Paz: “La irrealidad de lo mirado da realidad a la mirada”.El buen periodismo, ese que pensamos siempre como el mundo de mujeres y hombres solos, se hace, sin embargo, siempre en colectivo. Y si esto fue cierto durante todo el siglo XX cuando las redacciones eran el espacio por excelencia para la creación y la discusión de las ideas, más lo es ahora. Hoy más que nunca podemos decir que el futuro del periodismo será colectivo o no será. Ese es el caso del trabajo “El regreso de infierno; los desaparecidos que están vivos” que comenzó como un trabajo del colectivo A dónde van los desaparecidos, encontró su primera salida en podcasts en Así como suena, y su forma final en un reportaje que se materializó gracias al apoyo de Quinto Elemento Lab y la potencia de dos grandes medios: El País América y El Informador de Guadalajara. (https://www.informador.mx/El-regreso-del-infierno-los-desaparecidos-que-estan-vivos-l201902040002.html).Este trabajo habla de un fenómeno terrible que es el de las desapariciones. No sabemos a ciencia cierta por qué se han llevado a miles de personas en este país. Hay hipótesis, pistas sueltas que han ido recogiendo las madres, los padres, las hermanas de los desaparecidos. Pero la desaparición, ha venido acompañado por otra terrible realidad que nos explotó en la cara a los tapatíos: la de las fosas clandestinas y los cuerpos tratados como basura. Los restos humanos en bolsas negras, una imagen que de tanto repetirse ha dejado de sorprendernos, se ha convertido en un lenguaje de muerte. Como lo escribió Rita Segato: “La violencia constituida y cristalizada en forma de sistema de comunicación se transforma en un lenguaje estable y pasa a comportarse con el cuasi automatismo de cualquier idioma. Los últimos años de la historia de esta ciudad se han escrito con el lenguaje de los cuerpos”. Nos toca, desde el periodismo y la literatura, reescribir esas historias, narradas desde las víctimas, con el lenguaje de la esperanza y con la fuerza de las palabras.(Fragmento del discurso de Alejandra Guillén y Diego Petersen en la recepción del Premio Jalisco de Periodismo al reportaje “El regreso del Infierno; los desaparecidos que están vivos”).(diego.petersen@informador.com.mx)