Por supuesto que no está a discusión el derecho de los gobernantes y políticos profesionales a divertirse, a tomarse unos tequilas en la cantina, a contratar el mariachi y cantar las canciones que quieran. Pero al menos es de mal gusto e imprudente la parranda que agarró el ex gobernador Aristóteles Sandoval Díaz en la céntrica cantina La Fuente apenas dejó el cargo.Su fiesta contrasta con la cruda realidad en la que dejó el Estado que gobernó por cinco años y nueve meses.En sus informes, el ex mandatario pintó una realidad que está lejos de lo que vive la mayoría de la población. Pinta un Estado donde la economía camina de la mano de las industrias de la innovación y la tecnología, así como a una potencia agroalimentaria que genera divisas; así mismo, presumió los avances en creación de empleos y reducción de la pobreza. Como se suele repetir en los discursos oficiales, “falta mucho por hacer”, pero se avanzó. Ese podría ser el resumen del discurso triunfalista del gobernador y quizá de ahí su deseo de fiesta en La Fuente.Pero la cruda realidad para millones de jaliscienses es que en los pasados seis años, ganarse la vida se ha vuelto más difícil. En la columna pasada expuse cómo Aristóteles Sandoval dejó el Gobierno en el pico más alto de la guerra, con cifras históricas de homicidios intencionales y desapariciones.Pero en los aspectos sociales y económicos las cosas no están mejor. Si bien creció el empleo, la mayoría de la población ocupada gana menos de tres salarios mínimos, es decir cerca de 250 pesos diarios, lo que significa 7,500 pesos mensuales, muy lejos de los 12 mil pesos que según el Coneval debe ser el ingreso mínimo para no estar en los niveles de pobreza. Los bajos salarios, los trabajos precarios y sin prestaciones, además del predominio de los sindicatos charros, hacen que las tasas de explotación aumenten en la mayoría de la clase trabajadora jalisciense. Un buen ejemplo son las terribles condiciones laborales que tienen los trabajadores de la industria electrónica (en su gran mayoría mujeres), presumida por el ex gobernador como una de las ramas más dinámicas de la economía estatal. Una mayor precariedad, y por tanto más tasas de explotación, se viven entre los trabajadores del campo.Uno de los aspectos que los informes de Gobierno no suelen incluir es la entrega y privatización de los recursos de la Entidad. A lo largo del pasado Gobierno de Aristóteles Sandoval se intensificaron las políticas de despojo, lo que propició la privatización del territorio jalisciense. Si sumamos las concesiones mineras, de costas, bosques, aguas, zonas urbanas para desarrollos inmobiliarios y la apropiación de tierras ejidales y comunales para la agroindustria o desarrollos turísticos, tenemos más de un tercio del territorio jalisciense entregado a corporaciones particulares. La vista de conjunto de este estado de cosas nos revela que Aristóteles Sandoval fue un gobernante muy eficaz para las políticas privatizadoras y neoliberales que aumentaron la explotación, el despojo y la pobreza de la mayoría de los jaliscienses. Esto sin considerar el estado de devastación ambiental que existen en amplias regiones de la Entidad.Por toda esta cruda realidad que deja el Gobierno de Aristóteles Sandoval, su fiesta en La Fuente fue más que imprudente.