“Que otros se jacten de los libros que les ha sido dado escribir, yo me jacto de aquellos que me fue dado leer”, decía Jorge Luis Borges, quien aseguraba que “la lectura es una forma adelantada de la felicidad”.El 23 de abril se celebraron dos aniversarios: el nacimiento (1564) y la muerte de Shakespeare (1616), el mismo día, diferente año, por eso, hago público mi agradecimiento a dos actores y amigos del dramaturgo que recuperaron su obra para publicarla en 1623 en un libro conocido como First folio. Se trata de John Heminge y Henry Condell, encargados de recuperar, compilar, editar y publicar las 36 obras de Shakespeare que, cuatro siglos después, se han traducido a casi todos los idiomas para seguirlo leyendo y poniendo en escena. Además de reconocer que, en mi caso, esa lectura ha sido un parteaguas una vez que encontré el tiempo y tuve ganas para incursionar en cada una de ellas tomando en cuenta que lo que realmente importa es eso que tiene que ver con uno.A principio del nuevo milenio acepté el reto de Rodrigo Johnson para leer las obras completas de Shakespeare y comentarlas cada otro sábado en mi casa de Tlalpan. Desde entonces, la vida tomó un nuevo giro sin importar que para entonces cumplía los 60 años de edad. Nunca es tarde para aceptar una aventura en donde podemos conocer los sentimientos, las pasiones y las emociones del ser humano, sobre todo si con eso podemos conocernos mejor.He visto el sol más de una gloriosa mañana acariciar las cumbres de las montañas con su potente ojo, besando con su dorado rostro el verdor de las praderas y, con celeste alquimia, dorar los pálidos arroyos. (Soneto 33, 1-4).Poco a poco fue amaneciendo ese nuevo panorama para llegar a los corazones, pues las caras ya las conocemos, para reconocer lo que está detrás de lo que decimos o callamos, sobre todo, si hemos aprendido a vernos reflejados en esos espejos y de esa manera recordamos el amor juvenil, impulsivo e irracional como el de Romeo y Julieta o vemos en Marco Antonio, el viejo triunviro, que fue capaz de perder todo con tal de estar al lado de ‘su Serpiente del Nilo’, y así con otros personajes e historias que redundan en la experiencia ampliada en donde cumplimos con el primer mandamiento de la filosofía: conócete a ti mismo.¿Cuál es esa sustancia de la que estás hecho donde se reflejan millones de extrañas sombras? Puesto que cada uno tiene la sombra que cada quien tiene, ¿cómo es que tú, siendo uno, te prestas para que las demás sombras se reflejen? (Soneto 53, 1-4).Cuatro años seguidos leímos y releímos las 37 obras, los 154 Sonetos y los cuatro poemas líricos para ver las cosas ‘a vuelo de pájaro’ y acercarnos más al trabajar con las nuevas versiones de Enrique V y del Sueño de una noche de verano, mientras publicábamos cada otro mes los 37 apuntes de las obras y a ratos corregíamos la versión de los Sonetos publicados en el 2017 por Bonilla y Artigas.Tal como las olas avanzan hacia la pedregosa playa, así nuestros minutos se apresuran a su fin; cada uno permutando su lugar con el que precede en una contienda en donde todos quieren avanzar. (Soneto 60, 1-4).Todos somos Romeo o Julieta; Antonio o Cleopatra; Otelo o Desdémona; Bottom o Titania, la reina de las hadas o la adorable Rosalinda en el bosque de Arden o Sir John Falstaff, borrachito o los gemelos en busca de sí mismos o Catalina, la fierecilla que una vez domada resulta ser la mejor esposa.Contempla en mí aquellas épocas del año, cuando las hojas amarillas, pocas o ninguna, cuelgan de las ramas que tiemblan por el frío como desnudos coros en ruinas, donde una vez cantaron los pájaros. (Soneto 73, 1-4).Sí, la lectura, no cabe la menor duda, es una forma adelantada de la felicidad, ¿no lo cree usted?