Viernes, 29 de Noviembre 2024

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La familia agotada

Por: Guillermo Dellamary

La familia agotada

La familia agotada

Y querían convivir... pues aquí están hasta hartarse. 

Ha llegado a tal extremo, que el mínimo roce se transforma en pólvora seca, cerca de un cerillo. Hay familias que han salido muy fortalecidas con el ejercicio COVID-19, pero otras se han topado con la calamidad del desastre. 

El sueño romántico de una bella familia reunida en el entorno de la mesa del comedor, todos contentos y participando, tiene su otro rostro, el oscuro hartazgo de tener que estar juntos a fuerzas.  

Al estar juntos en forma involuntaria y sin una salida de emergencia, fácilmente se pueden desatar los espectros del sótano que existen en cualquier hogar. Fantasmas de la intolerancia y el insoportable aroma de tener que oler el aliento de la amargura. 

El macabro deleite de mirar tu enfadado rostro y tener que ingerir tu rabia cotidiana y tus empíricas frustraciones amorosas me hacen querer huir, de inmediato, del salón de tortura en que se ha convertido el compartir el mismo espacio, con todos ustedes: mi adorada familia. ¡Pero no se preocupen, los quiero mucho!

Las noches intranquilas, como un mar en tempestad, se agudizan al tambor de tus ronquidos y el esplendor de tus pesadillas. Las sábanas, malgastadas por el sudor de tus delirios afectivos, me arruinan el sueño de un mundo mejor. Por eso quiero tanto a mis hermanos; ¡qué realismo tan puro! 

Y qué decir del transitado pasillo que da a la cocina, y la vigilancia estrecha de quién ha lavado su plato o lo ha dejado, una vez más, sucio en el fregadero. Asquerosos irresponsables, ni eso pueden hacer por mí el día de hoy. Bola de flojos e inútiles. 

Qué hermosas nuestras familias, que han tenido que enfrentar el calabozo de la vida cotidiana, y encontrar la luz para vivir en armonía, con la antorcha de la dulzura del afecto respetuoso y tolerante. A veces tan escaso y escondido al fondo de la alacena. 

Al pasar los días de confinamiento, la familia está en estado de fatiga, añorando la llamada “normalidad” y buscando el banderazo de salida, para correr despavoridos a estar lo más lejos de ella. 

Afortunados los que viven el cuadro celestial, de una gloriosa convivencia, con juegos de mesa y deliciosos banquetes emocionales. Pastelillos de exquisitas actitudes y románticos consuelos, de que estás rodeado de los seres más queridos y encantadores de éste planeta. Seres que amas con locura y que no quisieras nunca más dejar, para irte a trabajar.

Hechizos, brebajes, pócimas y varitas mágicas para levantar el ánimo de la fatiga de estar en la butaca del hogar, atornillado y sin tapabocas, pero con muchas ganas de que ya se termine pronto todo esto y la libremos de maravilla. 

Caminemos juntos a levantar el ánimo de todos los seres queridos, y como excursionistas, festejemos llegar a la cumbre; pero recuerda que aún falta el descenso, que a veces suele ser el recorrido más peligroso. No cantemos victoria hasta que estemos de nuevo gozando con la alegría de todos nuestros familiares vivos. ¡Qué bizarra experiencia nos está tocando vivir!

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