Cuando salgamos de la crisis provocada por esta pandemia, podremos evaluar y juzgar lo que se considere que se hizo bien o mal. Como nunca antes, durante esta contingencia, hemos visto grandes cambios en el discurso, toma de decisiones, aproximación técnica, política e inclusive social en cuestión de horas. Esta velocidad ha inhibido la capacidad de tomar posiciones, sobre todo como colectivo, frente a ciertos dilemas éticos que esta situación ha puesto sobre la mesa. Muchos futuristas y analistas sociales debaten y hacen predicciones sobre los cambios en la sociedad y la economía una vez que esta pandemia haya pasado. La gran pregunta es ¿Por qué esta vez sería diferente? Ya en el pasado ha habido pandemias que han ocasionado hasta millones de muertes y grandes pérdidas económicas. En mi opinión, las cosas serán diferentes porque; 1) Nunca antes había habido una pandemia que afectara al mundo de forma simultánea; 2) Que pusiera en riesgo a los tomadores de decisiones (públicos o privados) y ricos y pobres por igual y; 3) Que nos permitiera monitorear su avance e implicaciones en tiempo real a través de las redes sociales y medios de comunicación. Como dice el gran pensador y amigo David Konzevik, este virus podría ser “el gran democratizador”. Vendrán cambios de hábitos a gran escala, sea en educación, trabajo, medicina, interacciones sociales, formas de viajar, entre muchos otros. Es difícil creer que estos cambios no implicarán también cambios en las estándares éticos de la humanidad. Pondré algunos ejemplos. Según Mercy Corps, alrededor de nueve millones de personas mueren de hambre o enfermedades relacionadas con el hambre cada año. Actualmente ante el riesgo de que mueran cientos de miles de personas a causa del COVID-19 se tomó la decisión de detener las economías en el mundo. Esto, con seguridad implicará un incremento importante en la pobreza que ya tenía una tendencia hacia la baja. La pregunta desde la ética sería ¿Es ético intercambiar muertes por hambre que aquellas por la pandemia? ¿Justifica detener la economía para salvar al porcentaje que no resista el virus si eso implica poner en riesgo a millones al agravarse su situación de pobreza? Además, la población en mayor riesgo es la de la tercera edad, en principio, los jóvenes podrían asumir el riesgo de ser contagiados y regresar a la “normalidad” aún cuando esto signifique incrementar el riesgo para los adultos mayores ¿Es ético? El Vicegobernador de Texas en Estados Unidos, Dan Patrick, recientemente twitteo que “los abuelos en Estados Unidos estarían dispuestos a morir por salvar la economía para sus nietos” ¿Es ético? ¿Será que en este contexto se aprobará la eutanasia en los países que está prohibido para los que están sufriendo los embates de COVID-19?Otro de los temas es la vigilancia. En países como Corea del Sur, Israel, Singapur, Japón y China, hacen uso de los datos en los celulares de sus habitantes para rastrear sus movimientos e interacciones. Esto ha levantado muchas alarmas en cuanto a los derechos de privacidad de las personas, sin embargo, los gobiernos alegan que solo teniendo este tipo de controles pueden reducir el contagio del virus (¿Quedarán estos controles permanentes?). ¿Esto es un tema ético o legal? Y de ser competencia también de la ética; ¿Lo consideramos ético? La complejidad y el alcance de los dilemas éticos en cuestión es grande. Son necesarios los espacios, desde la pluralidad para debatir estos dilemas. La respuesta a algunas de las preguntas que he planteado aquí, podría cambiar nuestro entendimiento de lo colectivo, de lo humano y sobre todo, de lo ético.