Quedamos en que íbamos a describir los siete tipos de esposa, inspirados por el Buda, pero ya muy tropicalizados a nuestros tiempos y cultura. Aquí el primer tipo.Resulta que uno de los problemas que trae consigo una esposa que busca ser mantenida, es el maquillar y fingir su verdadera intención de casarse con un hombre pudiente y productivo, porque en el fondo busca la riqueza y los lujos, por llevar consigo, el vicio oculto de gastar. Que muy fácilmente se deriva en malgastar, o mejor dicho en despilfarrar.Se siente más atraída por el bolsillo de su marido, que por sus encantos y personalidad, aunque lo sabe disimular muy bien. Y siempre que le pregunten qué siente por su esposo, responderá con mucha seguridad y confianza, que lo admira y está muy enamorada. Cuando en realidad, de lo que está muy enamorada es de sus riquezas. Hay muchos ejemplos de que esto sí sucede, sobre todo cuando al marido le resultan mal los negocios y el dinero se acaba, pues también el supuesto amor que le tenían se termina.El colmo para una mujer mantenida, es que ella descubra que su esposo es muy “codo” y le restringe el dinero y no le permite gastar a sus anchas. Porque ella sí está convencida de que el amor se demuestra con el dinero que recibe para gastar. Si realmente fuera así ella haría que los bienes de ambos fueran productivos y rindieran provechosamente para la familia, pero su verdadera intención no es esa, sino comprarse lujos y cumplir caprichos personales. Y por supuesto que con el dinero de su marido, por lo cual prefiere no trabajar. Y si acaso lo hace, sus ganancias son para ella y sus gustos, no para el mantenimiento de la familia. Y siempre defenderá su dinero y decisiones de lo que hace con él, sin importar la opinión de su pareja.La pareja mantenida es pasiva laboralmente y no cuida el presupuesto familiar, gasta mucho y siempre quiere más. Lo que recibe, se le hace poco y reclama que no le alcanza para sus gastos.El no trabajar o producir no es una queja ni una ofensa, ni se trata de algún malentendido. Es sólo una manera inadecuada de cuidar los recursos de la familia en un despilfarro innecesario, y sobre todo, egoísta.