Lunes, 02 de Diciembre 2024

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La deuda pública

Por: Armando González Escoto

La deuda pública

La deuda pública

Una de las conductas más constantes en el gobierno mexicano ha sido la manía de endeudar al país, al estado, al municipio y a quien se pueda. Ya en 1823 México debía una muy buena cantidad de dólares a Estados Unidos y apenas llevaba dos años de independencia. A partir de entonces este recurso ha sido la moneda corriente de cuanto gobierno llega, sea del partido que sea y haya hecho las promesas que haya hecho. Bien claro se ve que a la hora de buscar dinero, las ideologías más opuestas se igualan y las expectativas de cambio se estrellan estrepitosamente.

Es cierto que hoy día todos los países del planeta están endeudados y que incluso, pedir prestado se convirtió para muchos en un verdadero negocio, dependiendo del destino que se dé al préstamo obtenido y las condiciones en que éste se adquirió. No ha sido así para México porque el gobierno está marcado por una crónica ausencia de inteligencia y honestidad. Obtienen préstamos y se quedan con su “comisión”, toman los cuantiosos recursos recibidos y los dilapidan sin ton ni son, y al final lo único que sobrevive es la crecida deuda que ha de pagarse con los impuestos que da la ciudadanía. Espiral trágico de nuestra vida política: la enorme riqueza que el país genera se va en pagar crecidas nóminas, intereses y manejos de la deuda, de tal modo que para hacer obra pública, tan importante para los políticos porque les da lucimiento, hay que solicitar nuevos préstamos.

Los congresos nacional y estatales están desde luego muy abiertos a aprobar cuanta solicitud presenten los ejecutivos para seguir endeudando a todo mundo, en parte porque piensan que es así que las cosas funcionan; la estrechez mental y la corrupción producen inercias difíciles de abatir. Aprobadas las solicitudes, ya nadie se ocupa en dar seguimiento al dinero obtenido, a no ser de manera formal y siempre a modo de quien tiene el poder. Por lo pronto en los últimos años Jalisco ha triplicado su deuda, y es el cuarto Estado más endeudado del país en lo que mira a sus municipios, y todavía no pasa medio año y ya el nuevo gobierno, el del genuino cambio, el de la refundación, está solicitando un nuevo endeudamiento.

Parte de nuestros atavismos mentales es pensar que sin dinero no puede hacerse nada, y es cierto, si a la falta de recursos económicos se une la ausencia de imaginación y creatividad, y la obsesiva preocupación por irse preparando el futuro próximo que aqueja a todos los políticos, razón que los lleva a incrementar la nómina para aumentar también la clientela partidista reestructurando y complicando los organigramas del gobierno.

Es urgente que los congresos establezcan límites bien definidos en torno al tema de la deuda, no es posible que sigan reduciendo su función a la de ser comparsas, bien pagados, de los gobiernos. La ciudadanía no debe seguir permitiendo que sus gobernantes simplemente se dediquen a seguir endeudándola por generaciones, sin su consentimiento, sin su participación constante, sin siquiera tener la información suficiente.

armando.gon@univa.mx

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