Trataré de resumir en una línea el último conflicto presupuestal entre el Gobierno de Jalisco y la UdeG: hay más dinero, pero vale menos. Tiene razón el gobierno estatal cuando afirma que entregará más dinero a la casa de estudios en 2022. Pero el rector también dice la verdad cuando sostiene que la casa de estudios recibirá menos recursos. Suena ilógico, pero la explicación es sencilla. Por la inflación, hoy cien pesos valen menos que hace cinco años si descontamos un 20% de inflación acumulada. El reclamo del rector Ricardo Villanueva se centra en evidenciar que la UdeG arrastra un déficit porque su presupuesto creció por debajo de la inflación en los últimos años. El mismo argumento que ha empleado Enrique Alfaro para reclamar el castigo presupuestal de Andrés Manuel López Obrador. Es decir, el gobierno estatal rechaza de la UdeG el mismo razonamiento que utiliza en contra de la Federación para acreditar el maltrato presupuestal y la consulta sobre el pacto fiscal. Esta paradoja del gasto público la enfrentan miles de familias cada año. La inflación aumenta en promedio cuatro por ciento, pero los salarios crecen por debajo de ese rango. La vida cuesta más, el dinero se deprecia, pero salen adelante. Es un deporte nacional sobrevivir a la cuesta de enero. Pero volvamos al punto. El nuevo frente de batalla por el presupuesto 2022 se suma a la disputa por los 140 millones de pesos para el Museo de Ciencias Ambientales. Entre el ruido de las dianas y los tambores de guerra, pocos dimensionaron los alcances del fallo de la Corte. La ministra Ana Margarita Ríos Farjat ordenó al gobierno de Jalisco congelar el dinero hasta resolver el fondo del asunto. Esto tardará de seis meses a un año. Aquí la casa pierde. Llevar el litigio hasta ese extremo implica que mientras dure, los 140 millones no se usarán para el hospital ni para el museo. El falso debate de elegir entre uno y otro acabó en que, al menos por un tiempo, el dinero va a la congeladora. Ningún universitario o ciudadano estaría de acuerdo con este “tiempo fuera” ante la urgencia de invertir en salud y en el medio ambiente. Ambas partes en conflicto expresan la buena voluntad de dialogar, pero lo hacen sólo frente a las cámaras. Mientras los jefes políticos de ambos grupos no zanjen sus diferencias, los egos alimentarán esta lucha de poder. El conflicto escaló y se alargó ya por más de tres meses. La creciente avalancha de cifras vertidas y comparaciones estadísticas entrampan cada vez más el problema, sus alternativas y soluciones. Adopta la forma de un conflicto pre-político mezclado con una dosis inmerecida de infodemia para los ciudadanos. Una puerta de salida quizá esté en repensar la frase de Winston, el personaje de la novela 1984 de George Orwell: la cordura no necesita de la estadística.