La Zona Metropolitana de Guadalajara, hoy reconocida constitucionalmente como Área Metropolitana, es resultado del trabajo de una pujante generación de activistas y académicos tapatíos. Muchos de ellos, hoy técnicos, políticos y funcionarios públicos fueron pioneros en materia de políticas públicas dirigidas al cuidado del peatón, del ciclista y del grueso de la población usuaria del transporte público peligroso y de pésima calidad, ante la completa incomprensión y desinterés de la entonces clase gobernante que se empecinaba en la realización de grandes proyectos de infraestructura, regularmente para el automóvil, como estrategia para mostrar a la población la efectividad de los gobiernos en turno e ignorando por completo las consecuencias que tendrían hacia nuestra metrópoli.El resultado de esta histórica cerrazón, fue obvio: se generaron una serie de distorsiones en nuestra ciudad que hasta el día de hoy no hemos podido completamente resolver y transformar, a pesar de nuestros esfuerzos que nos ponen a la vanguardia en comparación con nuestros pares en el país. El crecimiento inmobiliario desordenado, debido a la corrupción y complicidad de gobiernos municipales y empresarios inmobiliarios voraces, dispersaron la ciudad generando una lacerante falta de infraestructura y de servicios públicos de calidad para miles de familias que, esperanzadas por contar con una vivienda propia, adquirían propiedades de bajo costo lejos del área conurbada, y que en la mayoría de los casos terminaban abandonando por la inviabilidad de habitarlas.Fueron muchos años de lucha de los colectivos ecologistas, ciclistas, urbanos y de la organización estudiantil, que enojados por la indiferencia del gobierno, elevaron el costo a pagar a aquellos actores y proyectos políticos que ignoraron sus demandas en favor de una mejor ciudad. Una ciudad que fuera para sus habitantes mucho más democrática, eficiente e inclusiva. De esta forma, y debido a diversos esfuerzos, se fue consolidando la idea de que las divisiones administrativas inventadas por los políticos, que en el caso que nos convoca son los municipios, podrían transformarse, para pensar la ciudad no a través de la fragmentación de políticas, recursos y servicios, sino a través de su coordinación.Con esta idea como principio, se fueron dando los cambios constitucionales y de ley, que derivaron en la creación de instituciones y entes técnicos que poco a poco han ido ordenando y cambiando la cara a nuestras ciudades. El ejemplo más exitoso sin duda es el Instituto Metropolitano de Planeación, que a través de los años se ha consolidado como la piedra angular de la coordinación metropolitana y la joya de la corona en cuanto a organismos e instituciones de este tipo en el país.Por eso, el que el Gobierno de Jalisco y el propio IMEPLAN hayan recibido a los alcaldes metropolitanos de Nuevo León, convocados por su gobernador electo Samuel García, es una buena noticia para la cooperación interestatal y metropolitana que se está dando, en este caso, por el gobierno jalisciense y regiomontano.Las ciudades son las máquinas más complejas que el ser humano ha construido a lo largo de su civilización. Las metrópolis han traído como consecuencias el aumento de las libertades, un potente sentido de pertenencia, así como la compactación entre la labor, la vivienda y el esparcimiento, generando una mejor calidad de vida para los que las habitan.El país y el mundo, están cambiando de manera vertiginosa. Aunque la ONU nos advertía que para 2050 más de la mitad de la población mundial habitará en las grandes urbes, en México, según datos del censo del INEGI 2020, más del 70% de los mexicanos, ya habitamos en las grandes y medianas ciudades de nuestro país.Es consecuencia de todo esto que en el presente exista en la mente de nuestra nueva generación política la idea de cooperación y federalismo, por encima de la de pensamiento único y el extremo centralismo por parte del gobierno federal. Esto no es otra cosa, más que una buena noticia.
