Ahora fue la secretaria de la Función Pública, la autodenominada zarina contra la corrupción, quien dijo, imitando a su jefe, que la pandemia les había caído como anillo al dedo, pues este tipo de emergencias son en las que mejor se movían los corruptos para vender a sobreprecio. Y sí, efectivamente las compras de emergencia hacen que se brinquen los concursos, se limiten los requisitos y se analice menos las ofertas. Justamente ayer la contralora de Jalisco, Teresa Brito, denunció que durante la pandemia se realizaron compras irregulares de insumos para combate del COVID-19. De ahí a sostener que la pandemia ayudó a reducir la corrupción, hay un abismo.Lo que ha generado la pandemia, el anillo al dedo de López Obrador e Irma Eréndira Sandoval, es cada vez más opacidad en las compras del gobierno. Antes de la pandemia cuatro de cada cinco contratos en el Gobierno federal se hicieron por adjudicación directa, visto en montos, uno de cada dos pesos gastados no pasaron por licitación, según datos del IMCO. Con la pandemia la discrecionalidad se incrementó. Unos días antes de que se decretara la emergencia por COVID-19 el Gobierno federal emitió un decreto que les permite brincarse la normatividad en las compras de insumos y medicamentos.Para la comunidad del anillo el combate a la corrupción es comprarle a sus cuates y el derecho de los ciudadanos se reduce a creer que ellos son distintos. ¿En qué son distintos? En la seguridad con la que expresan sus convicciones, pero nada más. El combate a la corrupción en el gobierno de López Obrador poco o nada tiene que ver con procesos, transparencia o vigilancia ciudadana, es sólo una cuestión de fe, de fe en el líder de la comunidad y en quien él designe como parte del grupo o toque con el anillo mágico.El problema es que la buena voluntad no basta. Si hacemos caso a lo que ellos mismos dicen en este sistema de buena fe se pueden colar vendedores de respiradores chafas, como el hijo de Bartlett, o la compra también de ventiladores a sobreprecio a Levanting Global Servicios, empresa previamente sancionada pero que se brincó todos los pasos de revisión, o contratar empresas fantasma, como dicen ellos mismos que hizo Yeidckol Polevnsky con las casas del partido Morena, los escándalos de compras a cuates en la Conade de Ana Gabriela Guevara, etcétera.Para lo único que sirven las emergencias es para la opacidad. Nada más positivo puede salir de ellas, sea pandemia, inundación o terremoto. Que la encargada de la vigilancia del gasto del Gobierno federal vea algo positivo en la emergencia es en sí mismo una razón para preocuparnos.diego.petersen@informador.com.mx