Cada vez es más observado y criticado el tradicional papel que desempeñan las parejas de gobernantes o mandatarios. Su rol en cumbres o reuniones internacionales es meramente protocolario, cumpliendo una agenda recreativa y cultural, mientras sus maridos abordan temas de interés mundial, como economía, salud o crisis migratoria.En la reciente X Cumbre de Líderes de América del Norte, los presidentes de Estados Unidos y de Canadá llegaron a México acompañados de sus esposas. La reunión trilateral, conocida como de los “tres amigos”, tuvo una agenda para los los jefes de Estado y una para sus parejas, principalmente con actividades protocolarias, como suele suceder.La agenda alterna o paralela para las esposas de los mandatarios incluyó, desde luego, actividades culturales y de turismo, pero esta vez también hubo un esfuerzo por salir del estereotípico rol que han tenido las primeras damas. En el Palacio Nacional, su presencia no se limitó a posar para la fotografía protocolaria.En la ceremonia de bienvenida, después de entonar los himnos de México y Estados Unidos, los presidentes Andrés Manuel López Obrador y Joe Biden dieron paso a sus esposas y les cedieron el uso de la voz; así la doctora Beatriz Gutiérrez Müller y la primera dama de EU, Jill Biden, emitieron un mensaje político, en conjunto y a dos voces. Alternando su participación, en inglés y en español, las dos mujeres destacaron la amistad entre ambos países, hablaron sobre desigualdad y la importancia de la educación, además de enfatizar el rechazo a cualquier forma de xenofobia, racismo, discriminación y clasismo… dejando de lado su papel secundario.Si bien las parejas de mandatarios no tienen una representación legal o un cargo formal, uno entendería que en pleno siglo 21 su presencia no es -y ni puede volver a ser- ornamental, que su compañía no es un adorno para que las fotos se vean mejor. Se trata de figuras públicas que finalmente son referentes y, en la mayoría de los casos, también una interlocutora de peso con el presidente de su país: su marido.La cumbre trilateral de los “tres amigos” fue un evento entre los presidentes de México, Estados Unidos y Canadá, donde la asistencia y participación de las esposas también comunica y la buena relación entre ellas puede abonar políticamente, porque por más mínimo que sea lo que hacen, dicen o platican durante estos eventos puede tener un impacto. Basta con echar un vistazo a las redes sociales de la primera dama de EU, Jill Biden (FLOTUS: First Lady Of The United States), de la doctora Beatriz Gutiérrez Müller o de Sophie Gregoire, esposa del primer ministro de Canadá, Justin Trudeau.De ahí que las actividades paralelas que se les asignen puedan ser más ambiciosas, de mayor peso y trascendencia, en temas de coyuntura o de interés inmediato, o fijando asuntos de agenda internacional para el mediano plazo. Desde su espacio y entendiendo su papel, ellas pueden defender causas o dar voz a temas más complejos y que requieren especial atención, como aquellos relacionados con derechos humanos, migración, deportes o negocios.Las esposas de mandatarios no eligieron ese cargo honorífico, y se vale que cada una de ellas decida aceptarlo o no; se vale que quieran centrar su participación únicamente en lo protocolario, pero también que decidan involucrarse y trabajar y abrazar causas que abonen a mejorar nuestro entorno. Centrar el foco en la crítica a la ropa que vistieron y el costo de su atuendo es mera frivolidad. Instagram: vania.dedios