Hace casi un año, el último fin de semana de agosto del 2021, activistas de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) retuvieron en su camioneta en dos ocasiones, viernes y sábado, al Presidente Andrés Manuel López Obrador en una gira que tuvo por Chiapas, y además organizó movilizaciones en la Ciudad de México.Los manifestantes, que demandaban las canonjías de siempre, provocaron que por primera vez AMLO no llegará a su rueda de prensa mañanera, pero lo que lo irritó sobremanera fue que esa falta de respeto hubiera venido de sus aliados políticos a los que había dado todo: 40 diputaciones federales de Morena en 2018, la revocación de la reforma educativa del sexenio pasado que tanto molestaba a la CNTE por quitarles el control de escuelas y presupuestos que manejan a su antojo, y la desaparición del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE), un organismo constitucional autónomo que también odiaban por aplicarles exámenes y dar de baja a los que no tuvieran calificación aprobatoria luego de tres oportunidades.Así se los hizo saber a los dirigentes chiapanecos de la sección 7 de la CNTE a los que pidió respetarlo y no chantajearlo, tras advertirles que como él era de lucha, se podía quedar ahí el tiempo que fuera hasta que lo dejaran proseguir su camino. Más tarde los llamó provocadores y tener intereses ajenos a los de la educación.La entonces directora de atención ciudadana de la Presidencia de la República, Leticia Ramírez, y ex integrante de la CNTE en la sección 9 de la Ciudad de México hasta antes de unirse a fines de los noventa al comité directivo nacional del PRD que dirigía AMLO, organizó la enésima reunión de sus ex líderes magisteriales con el Presidente en Palacio, y el paro educativo con el que amagaban se conjuró. Por eso, a pesar de que no tiene ninguna autoridad moral para hacerlo, adquiere sentido lo que señaló ayer la ex dirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), Elba Esther Gordillo, en el sentido de que el nombramiento de Leticia Ramírez como secretaria de Educación es como entregar esa dependencia crucial para el futuro del país a la CNTE, la organización más radical del magisterio y que tiene sus bastiones en las entidades del sur del país donde existen los mayores rezagos educativos.Así, el aún poderoso López Obrador mostró que más que la educación de los niñas y los niños de este país, prefiere mantener la paz con el magisterio por sus afanes de poder y control político, y poco le importa poner en la SEP a una maestra que tiene casi tres décadas fuera de la dinámica del proceso de la enseñanza-aprendizaje, pero que le ha mostrado lealtad política a él, como seguramente también lo hará ante sus ex compañeros de lucha de la CNTE ahora que está encumbrada en la oficina de la SEP.jbarrera4r@gmail.com
