Revisar la carrera preelectoral 2024 y el comportamiento, cuando menos chapucero, de los principales aspirantes, es un tema tan recurrente en México que ya es imposible afirmar que no existen antecedentes. Durante 30 años se ha elaborado una legislación tan abigarrada en materia electoral, que en este momento a todo el mundo le queda clarísimo que es absurdamente detallada (incluso a los diputados federales que no se toman ni la molestia de leer las iniciativas que votan) y diría el Presidente Andrés Manuel López Obrador, violatoria de la libertad de expresión.Lo más ridículo del cuadro es que cuando por fin una de las “corcholatas”, Marcelo Ebrard, sugiere que deben renunciar a sus cargos para tener “piso parejo” y competir en igualdad de condiciones, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México rechaza la idea. El otro involucrado, Adán Augusto López, ni siquiera atiende el tema porque está ocupado defendiendo la reforma electoral del Plan B que resultó tan grotesca, que hasta el mismo Presidente del país utilizó su rueda de prensa mañanera para anunciar que a solicitud de la presidencia, los legisladores del poder autónomo que conforman las cámaras de senadores y diputados, eliminarán las partes más ofensivas y benéficas para los partidos del Trabajo y el Verde.El único punto rescatable en la comedia que se está presentando delante del país, es el permiso que otorgó el Presidente López Obrador para que los aspirantes de su partido participan en debates públicos antes de someterse a la encuesta (o encuestas) que se aplicarán para determinar quién ostentará la candidatura de Morena para una elección que, oficialmente, inicia hasta octubre de 2023, si es que no reforman fechas y calendario oficiales.Ya ni siquiera se menciona porque el marco legal está totalmente rebasado, pero si los partidos políticos y las tres “corcholatas” se atuvieran a lo que marca la ley, deberían esperar al comienzo formal del calendario electoral, los períodos de precampaña, los métodos de elección de candidatos y el período de campaña, con las restricciones -vigentes, debe insistirse- de financiamiento de origen público y privado.Pero Claudia Sheinbaum Pardo, por ejemplo, acude a un cuarto evento de informe de un senador de Tabasco para encabezar un mitin en el que reitera las grandes virtudes de transformación del presidente del país, mientras en la Entidad que gobierna, le reclaman no estar presente después de un sismo que se presentó el domingo 11 de diciembre.Y el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, realiza una visita en Nuevo León para afianzar lazos con sus simpatizantes del sector empresarial e insistir, estrictamente en su día de descanso, que el año entrante será uno de los mejores en la relación con los Estados Unidos, al cumplirse dos siglos de relaciones diplomáticas con el gobierno del país vecino.Y todavía sigue el conflicto legal de las bardas con publicidad electoral que aunque no debieran existir, pueden verse en ciudades y pueblos de toda la geografía nacional promoviendo a Sheinbaum, Ebrard y Adán Augusto.El Gobierno Federal, mientras tanto, encabeza desde Palacio Nacional lo que debiera llamarse no la 4T, sino la 4S: la Cuarta Simulación.Y la reforma electoral avanza.jonasn80@gmail.com / @JonasJAL