Operativos van y operativos vienen, pero ni el Gobierno federal con el Ejército y ahora con la Guardia Nacional (GN), ni el Gobierno estatal con su Policía y menos el Gobierno municipal con sus débiles e infiltradas Comisarías han podido detener las irrupciones violentas que hacen periódicamente las células del crimen organizado en la región Altos Norte y en la región Ciénega de Jalisco.Aunque hay presencia y desmanes de los cárteles en otras regiones, vamos a concentrarnos en esas dos porque el viernes pasado se juntaron embestidas de estos grupos delincuenciales en Encarnación de Díaz y en Ocotlán.En el municipio alteño, conocido como también como La Chona, los pobladores volvieron a sufrir momentos de terror por el enésimo enfrentamiento entre sicarios del Cártel Nueva Generación y del Cártel de Sinaloa, que se prolongó por más de 40 minutos y que dejó saldo de dos muertos.Este nuevo episodio de violencia es clara muestra de que al igual que las anteriores, la intervención militar y de policías estatales a la Comisaría de Encarnación de Díaz, y la de su municipio vecino Teocaltiche, en octubre pasado, no logró neutralizar a estos grupos generadores de violencia ni a recuperar estos territorios que tienen bajo su control.Lo que pasa en Ocotlán es igual de o más grave. Ahí los grupos del crimen organizado han sentado sus reales y han penetrado comunidades que los cobijan. El viernes pasado volvieron a movilizarlos, a muchos los encapucharon, para que protestaran por presuntos abusos policiales y para pedir por enésima ocasión la salida de la base de la GN de la cabecera municipal. La exigencia era tan artificial, que aunque se instaló una mesa para dialogar con los quejosos, las milicias del narco quemaron llantas y atravesaron tractocamiones en las carreteras aledañas a Ocotlán. Apenas en noviembre pasado el cártel atacó a bordo de sus vehículos con blindaje artesanal conocidos como “monstruos” a elementos de la GN, dejando gravemente herida a una mujer policía que perdió su brazo por el balazo de grueso calibre que recibió. También ese día fastidiaron a la población con bloqueos en carreteras que alcanzaron a municipios vecinos como Ixtlahuacán y Jamay. Es Ocotlán, donde pasan los trienios y sexenios, gobiernan de todos los colores, pero nadie puede extirpar el resentimiento de las familias de los llamados “42 Guerreros”, que murieron en el Rancho El Sol, en Tanhuato, Michoacán, a 30 minutos de la cabecera municipal de Ocotlán, en un enfrentamiento con policías federales en mayo del 2015, y que para muchos fue la venganza por los 12 elementos de la Gendarmería que mataron en ese municipio donde no quieren a la GN.
