Si hace cuatro años que el demócrata Barack Obama le entregó la presidencia de Estados Unidos a Donald Trump nos preocupó que llegara el magnate neoyorquino, quien había tomado de golpe al partido Republicano y cuyo impredecible y voluble perfil contrastaba radicalmente con el primer afroamericano que había llegado a la Casa Blanca (inspirando al mundo ocho años antes con el grito de “Yes, we can”), el relevo presidencial de hoy en el vecino país del Norte abre también muchas incógnitas de cómo iniciará la relación del demócrata Joe Biden con el Presidente Andrés Manuel López Obrador y el Gobierno de la autollamada cuarta transformación (4T). Con Trump, pese a su discurso xenofóbico y su insistencia de principio a fin de la construcción del muro en la frontera con México, AMLO mantuvo una relación que quedó marcada por el cambio radical en la política migratoria que había anunciado López Obrador como candidato y en sus primeros días en la Presidencia de puertas abiertas a los migrantes, a los que incluso había ofrecido empleo. Esa postura cambió drásticamente cuando el Gobierno de Trump amagó al de México con el aumento de aranceles a todas las exportaciones a Estados Unidos si no detenía las caravanas migrantes, principalmente de centroamericanos. Esa tarea se cumplió y se encargó a la recién creada Guardia Nacional.Paradójicamente, pese a que Biden está lejos de tener el carácter explosivo y caprichoso de Trump, la relación bilateral entre México y Estados Unidos pareciera tener varios frentes que se ha abierto el Gobierno morenista con el nuevo Gobierno estadounidense en las últimas semanas.No creo que importe mucho que AMLO haya sido el penúltimo presidente del planeta en reconocer el triunfo electoral de Biden, como sí puede tensar a esta nueva relación la exoneración del Gobierno mexicano al ex titular de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) Salvador Cienfuegos, más aún con la acusación de López Obrador de que la DEA, la agencia antidrogas estadounidense, le fabricó los delitos al militar mexicano, y el reto que hizo ayer el propio Alejandro Gertz Manero, titular de la Fiscalía General de la República, de ir a tribunales internacionales para demostrar que la investigación que hizo el Gobierno estadounidense contra Cienfuegos está infundada. Así, la primera incógnita a despejarse será ver si los reclamos del Departamento de Justicia de Estados Unidos se intensifican o se moderan con la llegada de Biden.No menores son los diferendos por las nuevas políticas enérgeticas de la 4T, de los que ya se expresaron los funcionarios que tendrán a su cargo ese tema con Biden, y que merecieron también ya la respuesta de Tatiana Clouthier, la nueva secretaria de Economía, en el sentido de que si EU cuestiona ese aspecto, México también plantearía sus preocupaciones a las barreras impuestas a las exportaciones agrícolas. Ojalá que me equivoque, pero todo pinta para que la relación AMLO-Biden inicie distante.jbarrera4r@gmail.com