Tres transformaciones anteceden a la Cuarta Trasformación planteada por el ahora Presidente: la primera corresponde a la Independencia de 1810; la segunda, a la Reforma constitucional de 1857; la tercera, a la Revolución de 1910; y la cuarta llega a partir de 2018. Éstas comparten ciertas características, como la organización colectiva que se manifiesta ante el hartazgo social, el descontento por los privilegios de una clase dominante, de prácticas como la corrupción y de instituciones políticas meramente extractivas.Uno de los compromisos del ahora Presidente fue acabar con la corrupción. AMLO propone un cambio desde arriba, desde las instituciones, leyes y organizaciones, sin la necesidad de ejercer violencia. Hace un llamado a un cambio en la sociedad, para que la Cuarta Transformación tenga un impacto real en el funcionamiento del país. Sin duda parece ser que mantiene una concepción muy optimista. Los contextos en los que se dieron la Independencia, la Reforma y la Revolución fueron distintos, y actualmente nos enfrentamos a un nuevo reto: el gran dominio del poder económico. Asimismo, la sociedad no es la misma, cada vez se nota menos resistencia al sistema económico que impera. Sería muy radical decir que no hay resistencia, pero en los casos en que sí la hay, parece ser efímera. ¿Por qué las resistencias y el interés colectivo por los problemas sociales se desvanece tan rápido, aún cuando hay un creciente vacío entre pobres y ricos?El sistema neoliberal trajo consigo la implantación de ideales seductores y cautivadores, donde el individuo es el más importante -ya no el colectivo-. No hay un enemigo visible que pueda restringir su libertad, es el mismo individuo quien se acompleja, quien trabaja y se explota a sí mismo, quien también se vuelve albergue de reclamos y exigencias por sus logros o fracasos, sin voltear a ver a su entorno y sin preocuparse por nadie que no sea él mismo. Hay un predominio del conformismo por los problemas y cambios sociales, es la sangre neoliberal.Esta manera de pensar, considero, es el principal reto que nos aqueja como sociedad y para que exista una cuarta transformación. La sociedad se ha ido separando de los principios de cooperación y de apoyo, y al contrario, se ha envuelto en una burbuja, en un aislamiento que contagia a los demás y que se vuelve una competencia constante, carente de solidaridad. Estas prácticas deslindadas del compromiso de formar una sociedad más justa, menos desigual representan una serie de obstáculos para la consolidación de una sociedad hábil de interconectarse y solidarizarse.La cuestión es: ¿seremos capaces de una cuarta transformación? Que más del 53% de la lista nominal saliera a votar el 1 de julio nos habla de un momento histórico, pues fue la participación más alta de la historia. La votación de 2018 representó la mejor oportunidad para replantearse cuestiones sobre el futuro del país, de evaluar los estragos de las reformas estructurales; de la creciente desigualdad; las violaciones a derechos humanos, de miles de muertos, desaparecidos y feminicidios; de los altos niveles de corrupción e impunidad; que tuvieron su auge durante el Gobierno de Enrique Peña Nieto. Se expresó, por medio del voto, el repudio a un Gobierno y grupos políticos que por mucho tiempo han estado en el poder y que se han dedicado a saquear al país. Hubo un nuevo interés por organizarse, por modificar las estructuras.Para empezar el cambio y modificar el individualismo y al país, tendríamos que sacar del pensamiento de una gran mayoría el racismo, la discriminación en general, la falta de empatía y crear una sociedad que pensara en colectivo y para el colectivo, en donde los sentimientos de rencor y resentimiento se hicieran a un lado. Pensar de una manera más racional y con sentido de amor al prójimo para resolver los problemas que aquejan a nuestra sociedad.Patricia Couturier Bañuelos (Profesora del Departamento de Producción Económica. UAM-Xochimilco)