La transparencia no venía entre los elementos del gobierno del cambio. Durante muchos años nos quejamos de la opacidad gubernamental, construimos instituciones para que, junto al derecho a la información, obligáramos a los gobiernos a ser más transparentes no sólo en sus decisiones, sino en cómo se toman esas decisiones. Avanzamos mucho a lo largo de los primeros años del siglo XXI, pero al parecer topamos con un límite que va más allá de partidos e ideologías, ese punto en el cual los gobiernos se protegen a sí mismos, con todo tipo de artimañas, del escrutinio público.La Línea 3 del Tren Eléctrico de Guadalajara es quizá la obra más opaca de la historia de Jalisco. Podríamos pensar que hubo en otras épocas obras igual o más opacas, cuando no existían leyes de transparencia y acceso a la información, pero aún de la Línea 2, que se decidió por dedazo y fue asignada a un solo constructor, tuvimos más y mejor información o si se prefiere menos peor.La opacidad de la Línea 3 durante el gobierno de Peña fue escandalosa, pero con el gobierno de López Obrador siguió exactamente el mismo patrón. Sea por falta de voluntad o el desastre administrativo de la actual administración federal el caso es que hoy resulta tan complicado como en el gobierno pasado saber no sólo el costo, sino en qué va la construcción del tren.López Obrador la dio por terminada en su último informe. Los tapatíos no reímos: ya estamos acostumbrados que los presidentes tengan datos falsos en sus informes porque sus funcionarios les mienten. Lo grave de este caso es que más allá del informe que no fue informe, la Secretaria de Comunicaciones y Transportes responde formalmente que la obra fue entregada al gobierno de Jalisco en junio y el Siteur, organismo encargado de recibirla, dice que no es cierto. Uno de los dos miente, podríamos decir que es imposible saber cuál de los dos, porque no hay forma de acceder a la información de lo que están haciendo con nuestro dinero, pero quien tiene la información, el responsable de la obra, es el gobierno federal y es él quien está obligado a darla a conocer. A un mes (si hemos de creer en esta nueva fecha) de que se entregue, nadie sabe cuál es el estatus de la obra y de las pruebas de funcionamiento. El gobierno de Jalisco no quiere hacerse responsable de un tren en el que, a ojos vistas, el gobierno federal sigue trabajando. Ya hemos dicho en otras ocasiones que para ser tan diferentes se parecen demasiado. En materia de opacidad el gobierno de Morena es tan poco transparente o peor que los anteriores. Hablar todos los días no soluciona los problemas de información y el caso de la Línea 3 es el ejemplo más claro de ello.(diego.petersen@informador.com.mx)