El reconocimiento de la Sociedad Mahler México, al calificar a la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ) como “la mejor orquesta sinfónica del país en este momento”, puede ser discutible. ¿Quién las ha escuchado a todas? Y además, ¿qué parámetros pueden aplicarse para determinar cuál es la mejor?En todo caso, parece haber consenso, tanto entre los críticos -que son pocos- como entre los melómanos locales -que tampoco abundan, la verdad sea dicha- en que probablemente la OFJ atraviese actualmente por la mejor etapa, cualitativamente hablando, de toda su centenaria historia. Adicionalmente, casi todos los directores, cantantes y solistas que han participado en conciertos, óperas y recitales en diferentes momentos de la orquesta, coinciden en que la actual acusa, por la calidad y disciplina de sus integrantes, la limpieza de su sonido y los colores musicales que es capaz de producir, un nivel notoriamente superior al de etapas anteriores.La transformación de la orquesta -traumática en algunos pasajes, porque implicó una depuración drástica y eventualmente conflictiva de la plantilla que se mantuvo hasta la etapa en que Héctor Guzmán fungió como director titular- tuvo tres artífices preponderantes: Marco Parisotto, quien, como director artístico, planteó la pertinencia de una metamorfosis que convirtiera al ensamble en tarjeta de presentación de Jalisco en el mundo de la cultura; Myriam Vachez, secretaria de Cultura en la administración anterior, quien apoyó el proyecto, y Arturo Gómez Poulat, quien desde el cargo de gerente general realizó la obra negra -despidos, jubilaciones, contrataciones…- que la transformación exigía.Puesto que al recibir el reconocimiento de la Sociedad Mahler, hace dos semanas en el Teatro Degollado, el actual director de la OFJ, Jesús Medina Villarreal, anunció la intención de incluir en alguna temporada futura las dos sinfonías de Mahler que quedaron pendientes (se interpretaron siete bajo la férula de Parisotto), sería pertinente considerar y de ser factible realizar las gestiones orientadas a que al menos en uno de los conciertos en que se programaran dichas sinfonías, Marco Parisotto fungiera como director huésped.Sería un gesto de gratitud, porque nobleza obliga…, y un acto de justicia porque, lejos de saludar con sombrero ajeno y de colgarse en la solapa medallas igualmente ajenas, significaría, por parte de quienes recibieron el honroso galardón de la Sociedad Mahler a la OFJ, reconocer a cada quién el mérito que en una empresa exitosa le corresponde.