La familia fue a un closet y rescató algunos de sus viejos juegos de mesa, entre ellos las damas chinas, la lotería, escaleras y serpientes, turismo, clue, el viejo dominó, maratón y una baraja española que estaba arrumbada también.Varios miembros no sabían lo que es jugar damas chinas, palitos chinos, el cubilete o el extraño modo del domino numérico; pero en un ambiente de cierto aburrimiento por este extraño confinamiento, abrieron su mente a aprender a jugarlos. Y ¡ohhh sorpresa! han resultado sumamente seductores y emotivos, ahora todos tienen el entusiasmo de ponerse a jugar, alguno de ellos con mayor conocimiento y frecuencia.Este tipo de juegos son edificantes, despiertan las emociones divertidas y provocan un sinnúmero de manifestaciones del carácter, que nos permiten revelar lo que realmente somos, al paso que disfrutamos de la convivencia en familia. Y, sobre todo, apagamos el aburrimiento en el fuego del sano entretenimiento.No importa quién gane o pierda, ni si el azar está en tu contra o a tu favor, es el mismo hecho de estar dispuesto a arrojarte al sendero de lo inesperado y a masticar un momento de tu tiempo con algo más favorable a tu salud mental, que quedarte solitario dibujando tus preocupaciones y pesimismo, en el pizarrón de la imaginación.El juego sí tiene algo mágico, un ingrediente que sacude a la mente de la polilla de los menesteres cansados y fatigosos, que se generan por no hacer nada; pero lo más importante es que nos enlaza, de nuevo, a estar con los demás y a romper el silencio de nuestra intimidad y encierro autista. Nos provoca a salir de la sensible distancia, con tus seres queridos, y nos pone a convivir de una manera positiva.Pues la susodicha Pandemia, nos ha traído el rescate de tan sencilla y agradable manera de compartir la mesa. Hay que aprovechar. Ve por los tuyos.
