Lunes, 11 de Noviembre 2024

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Juego sucio

Por: Guillermo Dellamary

Juego sucio

Juego sucio

En los deportes se tiene muy claro el concepto de “fair play”, es decir, un juego amigable que respete la ética y los reglamentos de manera correcta. Incluso se llega a dar un trofeo especial al deportista que realice actos de benevolencia y buen trato a sus adversarios.

En el ámbito del deporte olímpico, se saluda respetuosamente al principio y al final a los jugadores contrincantes.

En cambio, en la política a la mexicana, parece que el propósito es darle con todo a los adversarios.

Atreverse a ser candidato es tener un historial casi perfecto, para que los buscadores profesionales no le encuentren ni una manchita en su pasado, y se lo quieran comer vivo.

Es un falso puritanismo, es exactamente lo contrario al “fair play” deportivo. Es la política del juego sucio.

La política se ha llenado de rencores, odios y ganas de descalificar a todos los que no están contigo.

Hacer una campaña es estar dispuesto a recibir toda clase de falsos, calumnias y acusaciones. A despertarte al día siguiente y no saber en qué chisme e intriga te han involucrado.

Es un arte torear todas las embestidas de las venenosas lenguas políticas, que están decididas a descarrilarte de la contienda a como dé lugar.

Se supone que íbamos a tener una moral social más responsable y justa, y hemos caído en un cochinero moral, propio de corruptos y malvivientes. Delincuentes partidistas, con un falso permiso para acribillar al que se cruce en su camino.

A eso no se le puede llamar política, sino que es su vil deformación y un claro deterioro de la clase política, que ha hecho, de tan noble tarea, un asqueroso cementerio de los genuinos valores.

No les hagamos el caldo gordo, comprando sus fechorías formando parte del coro de demonios que se escandalizan y acusan de toda clase de pecados, al mismo tiempo de no ver las porquerías que ellos mismos hacen.

Tanto peca el que mata a la vaca como el que le jala la pata.

Una deplorable política del látigo y el fuste, en donde hay que llevar, al que se meta, al paredón y a la guillotina.

Todos acabaremos embarrados en este cochinero.

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