De los programas sociales que lanzó el presidente hace tres años, ninguno causó tanta discusión y tanta expectativa como “Jóvenes Construyendo el Futuro”. Tener un programa específico para los llamados Ninis, esa generación de mexicanos que no tiene acceso a la educación ni al trabajo, parecía un buena idea. Pero, como muchas otras cosas en esta administración, el programa pasó de idea a política pública sin investigación, normatividad y sobre todo sin tener claro cuál sería la reacción de una de las partes involucradas, en este caso, las empresas que debían admitir a los jóvenes en sus centros de trabajo.El reportaje de Nayeli Roldán en Animal Político sobre cómo estos jóvenes terminaron trabajando como Servidores de la Nación en la Secretaría de Bienestar y en otras entidades del Gobierno federal como burócratas es el mejor ejemplo de la perversión del objetivo, pues no cumple con ninguno de los criterios con los que fue creado: no prepara a los jóvenes para el trabajo ni los vincula con un centro laboral donde a futuro puedan ejercer un oficio. La respuesta que dio a esto la Secretaría del Trabajo deja más dudas que las que pretende aclarar, pues no responde lo esencial: en qué sector de la economía trabajan estos jóvenes y cuál es su futuro, sólo dice, palabras mas o menos, que en el gobierno también se aprende a trabajar.Son poco más de 21 mil millones de pesos los que se destinarán en 2022 a este programa. El incremento con respecto al año anterior es menor a la inflación, pero el programa ahí sigue sin que estén claras las reglas de operación. Uno de los objetivos de “Jóvenes Construyendo el Futuro”, decían, era quitarle las bases al crimen organizado, que los chavos tuvieran una opción distinta a la de trabajar para la maña. Para que esto fuera real este programa debería de llegar de manera prioritaria y específica a esas zonas del país en las que el crimen organizado tiene mayor presencia e incluso control territorial. Nada hay de eso.Pensando bien se trata de un buen programa mal ejecutado, lo que en este gobierno no sería extraño. Pensando mal se trata de un ejército de jóvenes mal pagados al servicio de la Presidencia de la República y secretarías de Estado. En cualquiera de los dos casos el gobierno nos debe a todos los mexicanos una explicación.Pero lo más delicado es el engaño. 322 mil jóvenes fueron contratados en las diferentes dependencias gubernamentales. Lo que aparece en las cuentas públicas como un programa social es en realidad un incremento de la burocracia, mano de obra barata para un gobierno que ha hecho de la austeridad su bandera. 26 mil jóvenes de este programa fueron contratados para sembrar árboles y engrosar los números de Sembrando Vidas, otro polémico programa social; otro tanto en la Secretaría de Bienestar para promover programas sociales y 41 mil más en la Coordinación de Programas Integrales para el Desarrollo de la Presidencia de la República. Esto en una empresa se llamaría contabilidad falsa entre compañías, lo que el fisco podría fácilmente tipificar como fraude. Esto requiere una explicación más profunda y seria que la que ofreció la Secretaría del Trabajo.diego.petersen@informador.com.mx