Domingo, 24 de Noviembre 2024

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Claudia y Marcelo o el arte de la entrevista

Por: Jorge Zepeda Patterson

Claudia y Marcelo o el arte de la entrevista

Claudia y Marcelo o el arte de la entrevista

Puede no ser la entrevista más profunda o sistemática, pero tiene el gran acierto de mostrar a Claudia Sheinbaum fuera de los espacios a los que nos tiene acostumbrados: cuando hace control de daños, informa de actos administrativos o secunda alguna declaración del Presidente. 

En esta ocasión, en cambio, se sometió a las preguntas, albures y transgresiones de uno de los youtubers más exitosos del momento, Escorpión Dorado; un comediante periodista del corte de Brozo de los primeros años. El sitio de la entrevista era tan singular como el entrevistador: ella ocupando el asiento del copiloto mientras recorrían el primer cuadro de la ciudad; él al volante de una camioneta. El Escorpión Dorado es un personaje de Alex Montiel, un capitalino en sus cuarenta, que durante años prestó su voz para el doblaje en cine y televisión, y más recientemente dedicado al periodismo de entretenimiento en plataformas digitales.  

Los asesores de campaña suelen tener sensaciones encontradas respecto a este tipo de programas porque son un arma de dos filos. Permiten acceder a públicos más amplios y mostrar un perfil más cálido y humano de políticos que viven encorsetados por las respuestas que exigen sus tareas y responsabilidades. 

En dos días la entrevista ha sido reproducida casi un millón de veces. Pero, por lo mismo, el riesgo es también muy alto porque el sentido del humor es el sentido más difícil de improvisar si no lo tienes; pocas cosas hay más ridículas que un personaje anodino en una sesión donde el ingenio manda, y nada tan patético como una figura que intenta hacerse el gracioso sin conseguirlo. 

Particularmente como en este caso, en que el interlocutor, Escorpión Dorado, hace pullas a tres bandas, comentarios políticamente incorrectos y transgresiones que podrían ser campo minado para alguien pagado de sí mismo. Me lo quiero imaginar entrevistando a Del Mazo, a Enrique de la Madrid o a Santiago Creel.

Claudia Sheinbaum sale bien librada esencialmente porque decidió pasársela bien, disfrutando el ingenio del otro sin dejar de ser ella misma. “Cálmate Escorpión”, responde ella entre risas cuando su entrevistador le chulea los ojos. “Yo estoy muy enamorada”, dice, y relata la manera en que buscó en Facebook a su ex novio de la facultad y le pidió que lo aceptara como amigo. 

“Vivía en España, pero luego que nos encontramos decidió venirse a México, eso es amor, ¿no?”. En otro momento se ríe de su supuesta imagen de Dama de Hierro y reconviene al enmascarado “no uses el teléfono mientras manejas, te van a detener los policías” y cuadras más delante, tras celebrar el comentario de un motociclista, le sugiere que se abroche el casco. No hay revelaciones morbosas o exclusivas de las que suelen gustar los periodistas, ni respuestas que permitan atisbar a un jefe de Estado. No era ese tipo de entrevista, pero no fue poca cosa confirmar que, en el fondo, Claudia Sheinbaum es una nerd con alma bohemia.

Tan interesante como lo anterior, aunque por razones exactamente opuestas, es la entrevista que hizo en canal 14 Sabina Berman a Marcelo Ebrard, transmitida hace dos semanas y también disponible en YouTube. Una sesión de altos vuelos en la que ella buscó esencialmente desentrañar si el canciller es efectivamente alguien de izquierda y, en tal caso, de qué tipo de izquierda. O para decirlo en otros términos, Berman intentó explorar cuánto de continuidad y cuánto de cambio habría en una posible presidencia de Marcelo Ebrard.

Desde luego no es la primera vez que el secretario dibuja el país al que aspira y la ruta que ha pensado para conseguirlo. Lo que hace su entrevistadora es contrastar esa visión con las expectativas de los muchos seguidores de AMLO y entender las diferencias con lo que propondría Sheinbaum. 

Imposible resumir 50 minutos de entrevista, pero es claro que Ebrard quiso exponer una agenda razonablemente congruente con el obradorismo, en versión “segundo tiempo” y ajustada a los nuevos contextos internacionales. Afirma que la urgencia en este sexenio era voltear hacia los sectores más desprotegidos y sacarlos de la pobreza absoluta e indigna, aliviar lo más apremiante tras tantos años de desigualdad; era lo que había que hacer y se está haciendo. 

En un segundo esfuerzo tendríamos que asegurar que el mayor número de personas de esos sectores se conviertan en clase media, afirma. El objetivo es “clasemediatizar” a la sociedad mexicana. Y eso requiere muchas cosas. 

Mantener los apoyos sociales que hoy se entregan, pero construir los puentes para hacer activamente prósperas a muchas personas. Habría que pedirle un mayor esfuerzo a los que están arriba, pero lo más importante es crecer a tasas mucho más altas, particularmente en aquello que genere una derrama hacia abajo, es decir aumentar la proporción de la riqueza que se va a redistribuir.

Hay dos momentos particularmente afortunados de cara al obradorismo. Un gran aporte del Presidente, afirma Ebrard, es su insistencia en restituir nuestra idea de nosotros mismos como una gran civilización, recuperar lo que somos, de dónde venimos pero también nuestros actuales logros. Al final, Berman abordó al elefante en la habitación: podrías ser un candidato atractivo para la oposición si no consigues la candidatura de Morena, pregunta a Ebrard: “no me interesa ser candidato de ellos, no estoy jugando, ni me presto al mejor postor, formo parte de un movimiento del cambio desde hace más de 20 años, hemos luchado por algo”. 

Sería interesante ver a Claudia Sheinbaum en el sillón al lado de Berman y escucharla responder preguntas semejantes sobre la sucesión (la entrevistó hace más de un año sobre temas de la ciudad). Tan interesante como sería ver a Marcelo Ebrard sentado de copiloto en la nave del Escorpión Dorado y verlo sometido a esa charla. Y lo mismo podría decirse de Adán López. Algo que permita al votante una base de comparación mínima y razonablemente pareja.

Se agradecen estos nuevos espacios de conversación, al margen de los intereses de los comunicadores convencionales de otras épocas. Erróneamente se ha asumido que el buen periodismo es aquél que pone a políticos en el banquillo de los acusados y los hostiliza. En entrevistas de exploración, en realidad, el más exitoso es el que nos permite conocer quiénes son o qué piensan más allá de la retórica de siempre. No son los únicos, el programa  Los Periodistas con Alejandro Páez y Álvaro Delgado, es otra de varias muestras. Enhorabuena. 

www.jorgezepeda.net
 

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