Las cinco cuartillas que redactó Jaime Cárdenas, con las que explicó las causas de su renuncia al organismo creado por el gobierno de la autollamada cuarta transformación con el pomposo nombre del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado (Indep), y los conceptos que vertió en una entrevista posterior que le dio al periodista Ricardo Rocha, en la que pese a los maltratos de su ex jefe el Presidente Andrés Manuel López Obrador le confirmó su aprecio, fueron un demoledor golpe en la línea de flotación al discurso anticorrupción de la 4T.Ya ésta que es, junto con el tema de la austeridad, su principal bandera política que presumió incluso en su primera intervención ante la asamblea de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el martes pasado, había sufrido severas rasgaduras desde octubre que ordenó liberar a Ovidio Guzmán, hijo del capo Joaquín “El Chapo” Guzmán tras un fallido operativo militar en un episodio que pasará a la historia como el “Culiacanazo” o el día que el Estado se dobló ante las milicias del Cártel de Sinaloa. Otro duro rasguñón vino con la exoneración a Manuel Bartlett, director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) por parte de la Secretaría de la Función Pública (SFP), que lo encontró inocente de enriquecimiento oculto y tráfico de influencias, tras investigarlo por revelaciones periodísticas que lo relacionaban con más de una decena de inmuebles y empresas que omitió en su declaración patrimonial. Este hecho no sólo golpeó la credibilidad del Presidente, sino que dinamitó la autoridad de la titular de la SFP, Irma Sandoval, que justificó a Bartlett por el hecho de que las casas y los negocios estaban a nombre de la pareja sentimental y de los hijos de Bartlett, e incluso puso en duda la verticalidad de Santiago Nieto, el implacable titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda, al aparecer junto a Bartlett al día siguiente de su exoneración del 20 de diciembre en la foto que tuiteó AMLO comiendo también con la secretaria de Energía, Rocío Nahle, y el gobernador de Querétaro, Francisco Domínguez, en el restaurante Barbacoa de Santiago de Palmillas. Sin olvidar el duro golpe que está representando que solape a su hermano Pío López Obrador y quede impune la recolección ilegal de dinero para Morena.Pero sin duda el más duro es que en el Instituto insignia de su discurso anticorrupción se den casos de rapiña burda como mutilar joyas y hacer subastas con dedicatoria, como las que denunció Cárdenas, un mexicano con gran reputación que fue embestido por AMLO desde el púlpito presidencial por rechazar la sumisión.Las promesas y la narrativa anticorrupción de López Obrador están en jaque y no saldrán de ahí si no rectifica en este y los anteriores hechos que su lucha anticorrupción no es facciosa, y que sólo se castiga a los enemigos políticos y no a los de casa por más evidencias que existan. jbarrerar@gmail.com